domingo, 12 de mayo de 2013

INAUGURACIÓN Y DEGUSTACIÓN DE LA NUEVAS CERVEZAS "KOLDO MIKEL" BREWERY

   La fecha decidida es el próximo sábado 18 de mayo de 2013. Solo un grupo selecto de valientes serán los elegidos para la inauguración y cata de las primeras cervezas Koldo Mikel (since 2013).
   Pues sí, amiguitos, la birra artesana que elaboré a principios de año está lista para ser degustada, con riesgo para la salud, pero ¿quién encuentra retos como este todos los días?. Muchos han sido los que se han prestado voluntarios por amistad, por afición a la bebida fermentada y también, por qué no decirlo, por inconsciencia.
   ¿Por qué llamarla Koldo Mikel?. Bueno, es el equivalente de mi nombre en vasco: Luis Miguel. Todo lo gastronómico suena mucho mejor en esta lengua y, como dijo mi buen amigo José Ángel, “tener un vasco en tu mesa siempre da prestigio”. Por ello, dado que no nací en esa tierra, por su musicalidad y buena pronunciación, y porque es una palabra a la que veo salida comercial, he decidido quedarme con ella.
   Las cuatro variedades que podrán beberse sólo tienen diferencias en cuanto al tiempo de fermentación en botella y a los azúcares agregados para la gasificación natural:

-          Koldo Mikel Sputnik I:  3 meses (edición graduado escolar). Azúcar blanco. 3,9 Grados

-          Koldo Mikel Sputnik II: 3 meses (edición graduado escolar). Azúcar moreno. 3,9 Grados

-          Koldo Mikel Sputnik III: 2 meses (edición parvulario). Azúcar blanco. 5,4 Grados

-          Koldo Mikel Sputnik IV: 2 meses (edición parvulario). Azúcar moreno. 5,4 Grados  

   En cuanto a los motivos de usar el nombre del famoso satélite artificial ruso, es muy sencillo: estas cervezas están en periodo de prueba. Si todo sale bien, seguiré experimentando y, cuando consiga algún sabor que merezca la pena, buscaré una denominación definitiva y más acorde a lo que pretendo.

  

sábado, 11 de mayo de 2013

SER SUMO HACEDOR. Parte 2

   Ver Parte 1

   El siguiente sábado 26 de enero y tras 7 días en los que la temperatura del hogar fluctuó entre 16 y 22 grados, me aventuré a levantar la tapa del fermentador. El olor a gas generado (inexistente en la morada hasta ese momento) se hizo protagonista, aunque menos de lo que esperaba. Quedaba alguna burbuja, pero para garantizar que la primera fermentación hubiera finalizado, trasladé la cerveza al cubitainer a través del tubo “en U” para sifonar el líquido sin arrastrar sedimentos. Volví a medir una muestra con el hidrómetro obteniendo una densidad final (D.F.) en torno a 1012. Esto es importante para determinar el grado alcohólico que tendrá el brebaje. Llené el fermentador secundario y esta vez sí lo cerré con el airlock, que es el dispositivo que controla la entrada de aire, ya que el procedimiento en esta ocasión es anaerobio. El poso que queda de levadura, según leí, es bueno para cocinar y hacer vinagretas, pero dado su desagradable aspecto viscoso, me deshice de él. 




  
   El cubitainer es un envase no rígido de plástico y por tanto muy incómodo de manejar. Por ello tuve que meterlo en una caja de cartón, para que el airlock se mantuviese vertical. El objetivo era que no derramase el agua (o alcohol) que lleva dentro, algo que no pude impedir, ya que se siguen produciendo gases que hinchan la bolsa y la deforman, moviendo el tapón.
   Los días siguientes, el mejunje cervecil estuvo a 14-15 grados de temperatura. Lo dejé en el garaje y el coche pasó las frías noches en la calle, precisamente las más gélidas del año. El sacrificado vehículo se cubrió de capas de hielo matutinas para que el proyecto saliera adelante, evitando contaminar el producto con sus gases.

   Pasada otra semana, el 2 de febrero, procedí a lavar y esterilizar las botellas que hospedarían mi etílica creación. Fue complicado trasladar todo del fermentador secundario a las botellas, porque el tubo con silicona y el tubo con válvula a utilizar hay que encajarlos mientras se aspira aire, para que la presión haga el resto y circule la cerveza. El caso es que el suelo de la cocina disfrutó de un fregado inesperado y derramé una parte del fruto de tanto esfuerzo.


   El resultado final fueron 9 litros entre botellas de medio y de tercero. También las separé entre 4’5 con azúcar moreno y otros 4’5 litros con azúcar normal, para ver las posibles diferencias de sabor, fuerza, color, etc. Hay que usar chapas vírgenes y una herramienta para que queden bien selladas, además de dejar unos 2 o 3 cm. de espacio entre el líquido y la chapa, para que se gasifiquen de manera natural.

   Ahora ya solo queda esperar la tercera fermentación durante 2 o 3 meses y comprobar si la gestación se ha hecho con éxito. La verdad es que, con la cantidad de probabilidades que hay de que se contamine y deteriore, y tras los errores cometidos, será prácticamente un milagro que tenga buen sabor y salga bien. Quizá tenga la suerte de personajes insignes como Fleming y aflore una cerveza maravillosa, al igual que cuando el mencionado científico descubrió la penicilina por casualidad, pero nadie dijo que ser padre fuera fácil. Tener paciencia, educar con sabiduría y ser comprensivo no basta para que nuestra progenie sea ejemplar. Por ello, incluso de familias ilustres salen hijos rebeldes.

   La siguiente fase será la más gratificante: la cata, o quizá la que genere más desengaño. Para ello, aún habrá que esperar. Ojalá no decepcione a la diosa Ceres. ¿Conseguiré ser un homebrewer?, o por el contrario ¿solo llegaré a “Homer-brewer”?.
   Continuará ...

   Ver Parte 3