miércoles, 24 de octubre de 2018

Discos Tan Buenos Que, Cuando Llegas a la ISLA DESIERTA, Ya Están Allí. Parte 1


   Estreno sección y, para el título, retoco-utilizo la famosa pregunta, tan sobada, cuyo enunciado decía aquello de "¿,qué te llevarías a una isla desierta?". En ella hablaré de algunos discos tan esenciales, que serían imprescindibles para sobrevivir en la soledad de una ínsula, aunque, al llegar allí, seguro descubriríamos que ya se los habría llevado algún inquilino anterior:



AC/DC: Highway To Hell

Año: 1979
Género: Hard Rock


   Conocí a AC/DC muy tarde pero, tras años coqueteando con el rock’n’roll y el rockabilly, era inevitable llegar a “Get It Hot” o “Rocker”. Y gracias a los australianos, entré por la puerta grande en el mundo del Hard Rock.
   Alonso, un compañero de bachillerato, me fue pasando cassettes y se convirtieron en mi banda de cabecera. Debido a su influencia, también empecé a tocar la guitarra. Entonces me di cuenta de la simpleza de sus creaciones, se me cayó el mito y Alonso me dijo: “ya, pero ¿se te habría ocurrido a ti?”… ¡touché!. Comprendí que componer éxitos sencillos, no era nada fácil.
   Es complicado poner este disco por encima del Back in Black, The Razors Edge o Let There Be Rock, pero fue uno de los primeros que conseguí de ellos y que consumí hasta desgastar.
   No diré nada de la celebérrima canción que titula el trabajo, ya que es de sobra conocida por todos y su riff de entrada puede codearse con el “Smoke on the Water” de Deep Purple, el “You Really Got Me” de The Kinks, o “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin, entre otros, como clásico de la historia. Pero sí destacaré “Girls Got Rhythm”, “Get It Hot” y “Shot Down in Flames”, o cómo sonaría Chuck Berry si hubiera nacido treinta años después, ya que son puro rock and roll que te hace mover los pies y sonreír en cuanto las oyes. Tenemos más riffs notables en dos cortes muy escondidos, pero no exentos de calidad, “Walk All Over You” y “If You Want Blood”, cuyas intros son electrizantes. "Love Hungry Man" es la más floja del LP, aunque tiene buenos momentos y el bajo más protagonista. Cañonazo poderoso y espectacular encontramos en “Beating Around the Bush”, el corte más rápido; blues y pegadizos coros (como en todo el plástico) en “Night Prowler” y queda esa joyita llamada “Touch Too Much”, relegada al ostracismo por culpa de tanto temazo, pero que resalta con el paso de las escuchas y se convierte en imprescindible.
   De los músicos culpables de esta obra de arte, tengo que hablar del eterno Bon Scott, quien demuestra su variedad de registros y versatilidad por última vez (antes de fallecer), sobretodo en las partes más suaves, la base rítmica tan básica pero a la vez tan perfecta y sin fisuras, y los hermanos Young a las guitarras, confirmando que podían llevar el rock and roll más clásico a otro nivel de potencia y modernidad.
   Nunca canciones tan sencillas fueron tan difíciles de componer. Esa es la clave, tan fácil que ¿se os habría ocurrido a vosotros?



Basil Poledouris: CONAN THE BARBARIAN

Año: 1982
Género: Banda Sonora


   Estamos ante una soundtrack que consiguió ensalzar, tremendamente, una película que no me puedo imaginar dónde habría quedado sin ella. Muchas bandas sonoras me han marcado, pero Conan El Bárbaro lo hizo de manera singular. El filme siempre me gustó, y su orquestación se me grabó casi de manera inconsciente. Fue un fin de semana, muchos años después de mi primer visualizado, cuando mi amigo Eduardo me pasó la obra completa y me puse a degustarla. Entonces me sorprendí al percatarme que todas las melodías, parte por parte, me eran familiares, incluso identificaba todo momento con las imágenes correspondientes de la cinta.
   Desde ese momento, empecé a interesarme por la música de cine, en especial por la de compositores clásicos.
   No descubro nada nuevo al decir que Basil Poledouris es un puto genio, y que con Conan ha creado auténticas joyas. Si analizamos Conan el Destructor, queda a años luz de este redondo, pero si escuchamos Sword and Sorcery Spectacular, está a la altura de El Bárbaro.
   El trabajo de percusión es espectacular ya que, él solo, sirve de esqueleto para la construcción de los cortes. El sonido es primitivo, arcaico, solemne, y es inevitable pensar en Carmina Burana y en “Oh, Fortuna” al darle al play.
   El tema de inicio, “Anvil of Crom”, es el más conocido. Nos pone en situación y evoca crudeza y energía. Mucha gente lo confunde con Desafío Total de Jerry Goldsmith, uno de los plagios más brutales que nunca haya oído. “Riders of Doom” y “Battle of the Mounds” son, para mi, las más majestuosas del disco, con esas voces operísticas, épicas, rememorando las dos grandes batallas del largometraje. Comienzan suaves, pero avanzan in crescendo y te van metiendo la tensión, poco a poco, en el cuerpo.
   “The Gift of Fury” es ruda, áspera, con esos coros tan trágicos; En “Wheel of Pain” parece que somos nosotros quienes giramos la rueda, acompañados del rechinar de engranajes y sintiendo como Conan se hace adulto; “Theology / Civilization” es quizá la más “alegre” o aventurera; “Love Theme”, la correspondiente balada, una de las más tristes; “The Orgy”, una de las más ceremoniales y juglarescas, asemejándose a un vals, y “The Funeral Pyre” es otra de las que va in crescendo hasta convertirse en épica y vibrante, como casi todo el LP.
   Acostumbrado a las bso de un tema principal, dos como mucho, que se repite con los tempos cambiados, alargando o acortando su duración para acomodarlos a las escenas de la película, Conan El Bárbaro es muy versátil, sin rellenos y no le sobra ni un solo minuto de emoción. Creo que transmite muchísimos sentimientos, incluso si no te gusta el filme.
   Dentro de la gran variedad de ediciones y versiones de este plástico, las más conocidas son la de Milán, con 12 temas, y la versión Várese Sarabande, con 16 y, muchos de ellos, contando con mayor metraje. Las más completas son las de Prometheus e Intrada Records.




DUNCAN DHU: El Grito Del Tiempo

Año: 1987
Género: Pop


   Era 1987, tenía solo 12 años y el acceso a la música era otra cosa. No había hermanos mayores que me pasaran LPs, grababa todo de la radio y no disponía de discos completos por falta de recursos económicos. Me había interesado hasta el momento por canciones sueltas de innumerables grupos, pero Duncan Dhu sonaron mucho con su anterior Canciones y el nuevo videoclip de "En Algún Lugar" se emitía continuamente en televisión. Me gustó esa imagen melancólica, solitaria y sombría de los tres miembros de la banda, y el temazo ya olía a inmortal, por eso intenté conseguir el álbum.
   Mi primo Fernan me lo copió enteró y lo quemé tanto que, cuando me compré el original, muchos años después, me di cuenta de cuánto lo había deteriorado: ¡Sonaban múltiples detalles y con una calidad de sonido que parecía otro trabajo!.
   Estamos ante un plástico predominantemente acústico, con unas guitarras protagonistas a pesar de ir acompañadas de teclados y orquestación. La casi ausencia de guitarras eléctricas no quita que haya cortes cañeros como "La Tierra del Amor" o "Señales en el Cielo", con esa entrada tan rápida y punzante; "Paloma Blanca" es la única en la que las eléctricas marcan todo su desarrollo, siendo la más dura del redondo, en ese sentido; "La Barra de Este Hotel" me descubrió lo que era un wah wah y un órgano hammond; Sigue oliendo a rockabilly primigenio en las baterías de Juan Ramón Viles y en canciones como "No Debes Marchar" o "Una Calle de París"; La adaptación al castellano de "Twilight Time" de The Platters, llamada "Al Caer la Noche", siempre me agradó más que la original; La sencillez de discos anteriores sigue también presente en tracks como "Mi Tierra, Mi Casa y Una Mujer". Bastan unas guitarras acústicas, un bajo y unos coros para ir ensalzando una pieza que parece simple, pero que es de las más pegadizas.
   En formato CD y en ediciones más modernas se incluyeron extras, pero mi cassette se acababa con "Una Lanza, Una Oración", otro de los ejemplos que más recuerdan a su anterior larga duración.
   Fue un éxito y vendió muchísimo a pesar del descontento de la banda con la producción de Paco Trinidad.
   Aún conservo el cassette que tanto maltraté, pero es que si unes la escasez de dinero de un chaval de la época, la inexistencia de internet, tener tiempo libre y un solo LP completo, lo raro es que la cinta magnética aguantara sin salirse de su carril. Creo por tanto, que ha sido el redondo que más veces he escuchado en mi vida, aunque ya haga décadas que no lo pincho. Con los años, aquel doceañero que empezaba con el pop, se pasó al rock’n’roll, y de ahí al hard rock y al heavy, pero nunca olvidó sus orígenes.