jueves, 24 de diciembre de 2015

ESCRIBIENDO EL DIARIO DE NOA


   Fue hace casi tres años (23-2-2013) cuando en la entrada del blog titulada “Ser Sumo Hacedor” bromeaba con la posibilidad de ser padre y crear vida. En esa ocasión me refería  al noble arte de la elaboración de cerveza. Pero hoy no me andaré por las ramas y confesaré que ya he tenido progenie.
   Ver en directo cómo esa criatura aparece es un privilegio. Es sólo un instante pero te cambia la vida. Es un punto y seguido, pero un punto rotundo, que te confirma que lo que venga será distinto y que posiblemente muchas cosas ya no vuelvan jamás.
   Da igual las veces que te lo cuenten: hasta que no lo vives, no comprendes que lo augurado era verdad. Ese chip de padre que todos llevamos instalado, no se activa totalmente hasta que llega el parto. En mi caso, recién cumplidos los 40, aún no había sentido la llamada paternal con sonoridad. Tanto mi novia como yo, nos habíamos planteado el futuro y la edad nos vino a convencer de que no era recomendable aplazar lo inevitable por más tiempo. Así pues, Noa llegó a nuestras vidas. Es evidente que mi hija era deseada, pero tanto a mi pareja como a mí nos faltaba ese “puntito” que implosionó en el momento de su alumbramiento. La emoción, el brillo en los ojos, la baba que cae… no de la niña, sino de uno mismo… es algo difícil de describir.


   A partir de entonces sabes que todo tu mundo girará alrededor suyo. ¿Cómo es posible querer tanto a una cosita que acabas de conocer?. Un mayor número de dudas que antes te asaltan, no te permiten pensar con nitidez y te asustan, pero lo que sí tienes claro es que no quieres separarte nunca de ese pequeño ser.
   Esa inseguridad contrasta con el apoyo familiar y las amistades que te respaldan más que nunca. Es ahora cuando toca relatar la gran sorpresa que me prepararon los segundos: Hace unas semanas salí a tomar algo con el grupo de camaradas y nos juntamos en “La Cervecería” del polígono industrial de Toledo, o “el bar de Santi”, como decimos los parroquianos refiriéndonos a su dueño. Santi es simpático, acogedor y siempre nos ha tratado como mucho más que simples clientes. Ya son bastantes años compartiendo con él anécdotas y experiencias los viernes por la noche. Pues bien, tras las felicitaciones pertinentes por mi recién adquirida paternidad, nos animamos a pedir la nueva modalidad de cerveza de los chicos de Speranto, llamada Birdo. Puede que fuera por la escasez de luz en la terraza o por la agradable charla, pero tardé en fijarme en la etiqueta de la botella que nos sirvieron. Además, me puse primero a leer las características de la misma para desesperación de los colegas, que observaban con impaciencia mi rostro para asistir a mi reacción: aquella bebida respondía al nombre de NOA. La imagen de una pequeñaja subida a la rama de un árbol y la fecha de nacimiento corroboraron que no eran imaginaciones mías y que aquella cerveza estaba dedicada a mi niña. 




   - “¿Te gusta?, pues tienes una caja dentro esperándote”, dijo Santi. - Tardé en recobrar la conciencia y agradecer tamaño detalle. Hay regalos que te hacen ilusión en la vida pero muchos de ellos se pueden comprar con dinero. Así pues, todo el que posea una cantidad de pasta puede quedar bien adquiriendo algo caro. Sin embargo, el peculio no garantiza el éxito cuando agasajas a alguien. Así pues, el libro encuadernado con las fotos de mi vida que me obsequió mi hermana Mária, la copa de Judas que faltaba en mi colección y que Carlos se molestó en buscar, el billete de lotería con la fecha de nacimiento de Noa que me regalaron Kike y Arancha o los libros de “La Fuga de Colditz” que siempre estaban descatalogados y que Justo encontró en su edición original, son presentes de amigos que piensan en un momento determinado en ti, y no obligatoriamente cuando es tu cumpleaños y hay que regalar algo por compromiso. Por ello, que a Santi se le ocurriera hablar con los artesanos de Speranto para separar una remesa de birras y personalizarla con el nombre de mi primogénita, es algo que no tiene precio para un gran aficionado a la cerveza como soy yo. Estos gestos son los que te hacen sentir querido y especial, los que te hacen valorar una vez más la suerte que tienes de estar rodeado de gente que merece la pena.
   También debo ser agradecido con los detalles que muchos otros compañeros de viaje me han hecho llegar, con toda la ilusión del mundo. Destaco el de la cerveza porque no todos los días te puedes encontrar con algo así.
   Intentando ser objetivo diré que la bebida me supo a gloria. Es una Session IPA: suave pero con gran sabor, aroma embriagador y envolvente, y mucho cuerpo, algo también propio del estilo. Soy un auténtico fan de las IPA en general, pero reconozco que de primeras generaron rechazo en mi paladar. Con el tiempo he aprendido a apreciarlas y venerarlas. Quien quiera probarla, que sepa que es exactamente la misma que la que se vende con el nombre de Birdo.
   Administraré los ejemplares de NOAs lo mejor que pueda, ofreciéndola sólo en momentos muy señalados y a personas merecedoras de ello.
   El futuro está, ahora más que nunca, lleno de incertidumbres y desafíos que pondrán a prueba mis capacidades para sobrellevar problemas. Espero salir airoso. Lo que tengo claro es que si amigos como los que tengo no se cansan de apoyarme, nunca me faltarán fuerzas para enfrentarme a lo que dioses y demonios me tengan reservado.

   Para Santi &Friends

 
   No he subido ni una foto de mi enana a internet y lo he hecho a propósito, evitando las tentaciones de Facebook y redes sociales similares. Esta será la primera, la excepción a la regla que me he impuesto para salvaguardar su imagen. El motivo es justificado: a la izquierda poso con mi madre hace 40 años. A la derecha, mi hija Noa con el mismo pijama que lucía yo y que ha estado intacto en un cajón esperando un momento tan singular como este (la ropa de la abuela y el dormitorio también son de los años 70).





lunes, 16 de noviembre de 2015

DOS MINUTOS PARA LA MEDIANOCHE DE MIS 40 TACOS

   
   Dosifico apenado el disfrute de mis últimos minutos como treintañero. Mañana cambiaré de década y pasaré a formar parte de la casta de los parias o cuarentones. Que me disculpen los integrantes de la misma, pero es innegable que la palabra treintañero evoca juventud, vitalidad y belleza. Sin embargo "cuarentón", suena despectivo, viejo y negativo. Es probable que las tornas giren cuando esté viviendo los 49.

   En esta década que dejo atrás me han pasado muchísimas cosas, quizá no tan impactantes como las de los primeros 10 o 20 años, pero sí determinantes:
   Me he ido a vivir con mi novia, compañera fiel y paciente durante estos 2 lustros y algo más; he adquirido una casa previa firma del contrato de esclavitud con el banco; he tenido trabajos diversos, unos malos y otros peores, aunque por fin he podido currar cerca de casa sin tener que hacer cientos de kilómetros a diario; he disfrutado de gran cantidad de conciertos; he cumplido el sueño de viajar a Nueva York y Las Vegas; mis hábitos de juerga nocturna han ido variando y se han hecho más cómodos y pausados (mi hígado ha agradecido el cambio del vodka al ron); he vuelto a formar parte de una banda de rock y a desempolvar mi guitarra, me he comprado una Gibson Les Paul (otro sueño satisfecho); he sido pirata en Valencia y Braveheart en Granada, etc., etc.
   Pero lo más importante es que en estos diez años me han acompañado los amigos de siempre. Algunos se han descolgado del tren, pero con el tiempo he visto que sólo eran lastre y que sigo avanzando a buen ritmo. Otros se han unido al viaje, aportando solidez, apoyo y alegría en mi vida.

   Pocos meses antes de que llegara esta fatídica fecha he sido padre, algo que añade canas y peso en mi ya maltrecha espalda, pero también una ilusión y vitalidad que creía olvidada.
Portada del single "Two Minutes to Midnight" de Iron Maiden (1984)

   En estos breves instantes previos al final de mis 39 noviembres, recuerdo las palabras de mi hermana hace uno o dos años, en un día similar a este:
   - Luismi, tienes pelo, una novia y amigos estupendos y tocas en una banda de rock’n’roll, ¿qué más quieres?.
   Estaba en lo cierto, la compañía y la música son pilares básicos de mi existencia. Muchos coetáneos de mi quinta han sido mellados por el paso del tiempo y yo no me puedo quejar en ese sentido. Me enfrentaré a la melancolía que producen los versos de Gil de Biedma cuando decía aquello de “que la vida iba en serio, uno empieza a comprender más tarde, como todos los jóvenes yo vine, a llevarme la vida por delante” o también “ahora que de casi todo hace ya veinte años”. Bendita ingenuidad la que te hace creer invulnerable, rebelde y antisocial. Al final es la vida la que vence a base de lecciones, pero siempre hay retos nuevos, experiencias por llegar y vivencias que quieres engullir. Siempre he tenido buen apetito y espero que la edad no me lo quite. ¡Salud!

viernes, 23 de octubre de 2015

LA LETRA CON MIEDO, ENTRA

   Más de una vez había escuchado aquello de que los libros no los escoges, sino que son ellos los que te eligen a ti. Pues esa curiosa sensación la tuve hace poco en la Cuesta de Moyano de Madrid. En ella existe un mercadillo lleno de quioscos con todo tipo de literatura de segunda mano. Puesto tras puesto se agolpan volúmenes, revistas, tebeos, bibliografías, clásicos, etc. El sitio es ideal para hacerte con una buena cantidad de lectura bien barata, ya que hay desde unidades sin estrenar a libros que rozan la venta vergonzosa: ver casetas en las que puedes adquirir algunos por veinte céntimos de euro es casi un desprestigio para el arte de leer o escribir.
   Mientras me desplazaba cual insecto, de un tomo a otro, buscando el néctar adecuado para mi mente, me llamó la atención uno con tapas rojas y un enorme “NO” en la cubierta. Sólo fue un momento. Giré la cabeza otra vez y volví a observarlo. A pesar de no tener ninguna referencia de la historia, ni saber quién era el autor, cambié de quiosco y algo me dijo que debía llevármelo, no sé el qué. Reitero la percepción que mencioné al principio de que el libro me había elegido a mí.
   Me asusté al ver a un posible comprador que, distraído, fijaba sus manos en él. Su cara se tornó en una mueca dantesca y se retiró. Regresé sobre mis pasos, lo cogí y me puse a revisar sus detalles. Parecía estar en buen estado, impresión que no había tenido antes. La primera vez, tras hojearlo, me había parecido que tenía hojas en blanco, pero no: su presentación era correcta. Muchas cosas eran sobrecogedoras ya que no aparecían por ningún lado el nombre del autor, editorial, ni código de barras. Era como si alguien anónimo se hubiera limitado a escribirlo y abandonarlo en el mercadillo.
   Pedí que me cobraran y me encontré con otra sorpresa: algunos libreros te dicen el precio en dos segundos o menos, pero en este caso, el dueño dudó, se mostró incrédulo, e incluso dijo creer que ese volumen no era de su puesto. Tras mirarlo un rato, con cierto sobresalto, me preguntó de dónde lo había tomado y calculó su valía en función del lugar que ocupaba. Resultado: dos euros. Lo guardé en la mochila y me olvidé de él.
   Al día siguiente empecé con su lectura y, desde el principio, algo me atrapó: Quizá el vocabulario, la riqueza literaria o el ritmo. La historia no parecía gran cosa, incluso hoy, no sabría decir de qué iba, pero la forma de contarla era apasionante. No sé, el caso es que durante las semanas posteriores una especie de fuerza sobrenatural hizo que leyera con fruición.  

Portada del disco "La Leyenda de la Mancha" de Mago de Oz (1998)

   En un momento dado encontré un término cuyo significado no conocía. Era insidia. Miré en internet y aclaré mis dudas: engaño o artificio con el fin de perjudicar a alguien, para hacer daño a otro. Esto no tendría ninguna importancia de no ser porque el fin de semana, en una charla con los amigos, apareció la palabra. Mejor dicho, no apareció. Quise introducirla en una conversación pero no pude. Veía las letras en mi mente con claridad. Es raro de explicar, no es que no me acordara, sino que mis labios, mi boca, mi intelecto se pusieron de acuerdo para no pronunciarla a pesar de mis esfuerzos. Creo que nunca me había pasado algo tan extraño.
   Aparté la mala sensación de mi cabeza y continué con mi vida. Pero todo empeoró cuando empezó a ocurrirme lo mismo con otras palabras de uso cotidiano. Lo que se inició con vocablos poco usuales, continuó con formas de expresión habituales que mermaron mi capacidad para relacionarme con la gente. Tartamudeaba, solo pronunciaba parte de algunos términos, me trababa y me sentía inseguro y nervioso.
   Opté por visitar al médico pero no encontró signos físicos que impidieran una normal utilización del habla. Por ello me tomé unos días libres para descansar y eliminar tensión del cuerpo. En ese tiempo aproveché para avanzar la lectura del misterioso ejemplar y, no sólo no fui a mejor, sino que agravé mi situación. Dudaba de si leía para fructificar los momentos en que estaba enfermo o si estaba malo por leer ese libro.
   Ya no sabía qué hacer ni a quién acudir, más que nada porque era incapaz de hilar dos frases con sentido. Mi novia intentaba ayudarme pero pensaba que me estaba volviendo loco.
   Entonces me di cuenta de lo que pasaba, a pesar de ser lo más absurdo que le pueda ocurrir a alguien: Aquellas palabras que iba leyendo en el extraño volumen mal encuadernado, desaparecían de mi conocimiento al ritmo de la lectura. No sólo de mi intelecto, también las páginas quedaban en blanco según avanzaba. Qué raro no haberme percatado antes. Parecía que el tomo mermaba mi vocabulario, mi capacidad de expresión. Todo quedaba absorbido por él. No sólo blanqueaban las hojas leídas, también se añadían más páginas por arte de alguna brujería. Por ello, nunca se acababa, cada vez parecía más voluminoso.
   Aún conociendo ya la fuente de mi problema, no podía enfrentarme a él, puesto que me era inevitable seguir leyendo. Una fuerza de otro mundo tiraba de mí, me obligaba a continuar con el suplicio de sentir cómo mis conocimientos desaparecían dentro de aquel engendro de tinta y celulosa. Probé a quemarlo, a arrancar hojas o, simplemente, esconderlo con el fin de no poder acceder a él. De nada sirvió, pues la misma contundencia maléfica era más poderosa que mi conciencia.
   Por suerte mi novia, al verme cada vez más enfermo, febril, con los ojos observando otros mundos en este, advirtió que el libro tenía algo que ver con mi locura.
   Fue entonces cuando me arrancó de la cama, cogió la obra y nos arrastró a los dos dentro del coche. No dudó ni un momento: la cura debía estar en el mismo lugar donde hallé la enfermedad. Regresamos a la Cuesta de Moyano y, con cierta indiscreción, nos desprendimos de aquella abominación que se alimentaba de mis energías vitales.
   El tomo quedó abierto por uno de los capítulos que estaba en blanco. Mientras nos alejábamos, vi como un cliente pasaba su mano de manera despistada por el ejemplar que, ante mi asombro, volvía a llenarse de palabras, frases y fragmentos, al sentir el calor humano de otro cuerpo. Con el texto reaparecido, la historia se repetía: un hojeo por encima, segundos de reflexión y consulta al librero para conocer su coste.

-          Este volumen no parece mío, ¿de dónde lo ha sacado?.
-          Estaba en aquella zona, junto a los de dos euros.
-          Ah, bien, pues entonces... dos euros.  



   Texto finalista del Festival Cryptonomikon 5 (2012) de fantasía, terror y ciencia ficción (Mostra de Relat de Terror, Fantasía i Ciéncia Ficció de Badalona) y publicado en el libro del mismo título para conmemorar la quinta entrega de este certámen. 


domingo, 27 de septiembre de 2015

BAJO EL DON DE LA EBRIEDAD


   Aquella chica me volvía loco. Sólo estar cerca me ponía nervioso y más cuando ella tocaba mi mano o me acariciaba amigablemente. A veces, se cogía de mi brazo y notaba como mis cimientos internos se tambaleaban ante su contacto. Aparte de mi pareja habitual, hacía demasiados años que una mujer no despertaba en mí tales ansias de erupción volcánica. Me atormentaban pensamientos de confusión, quería pasar momentos con ella y al mismo tiempo la eludía para soslayar la tentación.
   A altas horas de la noche solía llevarla en coche a casa, porque Julio (que era quien la traía) prolongaba la fiesta un poco más. También para cambiar de bar venía en mi vehículo.
   Sus ojos me cautivaban, su afilado mentón desquiciaba mi mente, su voz cálida y radiofónica eclipsaba mi corazón. Aquellos acordes que emitía su mandíbula escultural ejercían una atracción electromagnética de alta frecuencia, ionizante a más no poder. Era complicado resistirse a una fuerza tan bella. De verdad que esta mujer nublaba mi personalidad. La enorme seguridad que tenía en mí mismo cojeaba desde sus pilares a cada golpe de su mirada. Por eso evitaba coincidir con sus ojos mucho tiempo, para no dejar mi alma al descubierto, para no regalar mi inseguridad, mi debilidad por ella. Aquellos dardos oculares eran muy peligrosos pues hacían plantearme demasiadas cosas. La sensación de protagonismo en sus pupilas y el contacto con su piel, eran el saqueo de mi corazón. Desnudaba mis sentimientos y no quería que fuera tan evidente. Aquello me avergonzaba frente a mi novia.

 
Single de Helloween perteneciente a su disco "Master of the Rings" (1994)
 
   Los trayectos a su vivienda eran paseos por las nubes que se hacían efímeros. Reconozco que alguna conversación se hizo pesada pero aún así deseaba su compañía todo lo posible. Una noche tardó en bajar del coche más de veinte minutos, pero no me importó. Supongo que el cansancio que alegaba para ir a su casa se difuminó un poco charlando conmigo y eso me halagaba. Buscaba también información en gestos y conductas, en el lenguaje no verbal, para creerme que ella también sentía algo hacia mi, a pesar de su asentada relación sentimental. Quizá eran imaginaciones mías, engaños de soñador o evidencias reales, pero me hacían sentir bien.
   Cuando me habló de su cambio de domicilio a la capital tuve pensamientos enfrentados: por un lado esto suponía vernos poco o nada; por otro, esta situación podía salvar mi relación y olvidar mi enamoramiento irracional. Así que mi respuesta fue de felicidad para no dejar entrever mis sentimientos y cuantificar su reacción.    
   Tanto tiempo sin sufrir algo así por otra persona que no fuera mi pareja me abrumaba, pues no sabía interpretar todas las sensaciones producidas y me ponía nervioso en momentos inadecuados: Otra noche, cambiando de bar, me dio por toser. Algo me picaba en la garganta que me hizo hasta lagrimar. Bebí agua, aclaré mi garganta y se me pasó, pero yo sé que influyó la compañía de aquella pequeña. Y digo pequeña por su estatura, porque su belleza era de tal altura que mareaba contemplarla.
   Tras dejarla en casa, volvía a mi morada o seguía la ronda cervecera con los amigos. En el segundo caso, varios temas me hacían desconectar y pensar en banalidades. Si se daba la primera tesitura, me costaba conciliar el sueño. Notaba la respiración de mi chica que dormía, pero siempre me parecía que notaba mi frustración, me espiaba y trataba de hacerme sentir culpable.
   De repente, todos estos dilemas se fueron disipando y volví a tener conciencia de mi situación. Perdí el don de la ebriedad y volvió el mundo real: bar cerrado, noche avanzada, mi cuerpo medio caído y rodeado de líquidos malolientes que probablemente fueran míos.
   Me levanté del húmedo suelo, respiré hondo para despejarme un poco y regresé al hogar. Un poco de sueño en el lecho me sentarían mejor que confiar en la intemperie.
   Después, llegar al barrio de madrugada, abrir la puerta, recibir el arrullo del mutismo que te envuelve. Subir al dormitorio, pasar al baño, escuchar el silencio: cómo abruma. Venir de juerga, de picos pardos, de tomar unas copas con los amigos, reír y pasarlo bien. Aún así, si no estás tú esperándome en casa, la soledad pisa cada rincón de mi existencia. De nada sirven tantos buenos colegas, pues no serenan el vacío de mi ser. De nada sirven entretenimientos tecnológicos, instrumentos musicales, manjares gastronómicos, eres insustituible. Es más difícil de lo que creía rellenar ese boquete que dejaste en mi corazón gracias a un butrón.
 
 
 
   El alcohol mitiga los efluvios de la mente, sirve de boya a la que me agarro para no ahogarme en los abismos del dolor y la nostalgia. Pero nunca es suficiente, siempre necesito más y acelero el ritmo descarnado del beber para olvidar que soy yo. Busco con ahínco ese don que solo la ebriedad me proporciona.
   Al día siguiente el ritual se repite: llamadas reiteradas al teléfono fijo me hacen despertar. Cómo no, es mi jefe que por enésima vez y hecho una auténtica vorágine de impaciencia, me asegura que no habrá más oportunidades. Una vez más y me quedo sin trabajo. 
   Los sueños alcoholizados de la noche aún revolotean en mi cabeza, no me dejan pensar con claridad y vuelvo a tomar sus amenazas como meras maniobras disuasorias. Sé que me había prometido no trasnochar los días antes de los laborales, pero no soporto más las paredes de la casa, ni tampoco las del corazón ya que, al no estar entibadas, corren el riesgo de caer y aplastar lo que queda de mí.
   No hay más motivos en mi mundo para añadir días a mi agenda penitenciaria, cuando lo que deseo es eliminarlos todos. También he pensado en la solución rápida y fácil: el suicidio. Pero no, soy demasiado cobarde y, por qué no reconocerlo, me da pereza.
   Aprovechar el calor de otras mujeres tampoco basta, solo sirve de analgésico y nunca encuentro ninguna que pueda hacerme olvidarte. Sólo la música aporta un efecto gratificante, duradero y logra la desconexión del cordón umbilical que me une a tu recuerdo. Por eso lapido mis ahorros en conciertos diversos y en bebidas espirituosas.
   Es curioso. Sé que volveré a estar en esas alcohólicas condiciones, jugándome fortuna y trabajo, pues bajo el don de la ebriedad, sueño con la chica que acompaño a casa y con la que comparto aún domicilio (a la que engaño de pensamiento y omisión). Maravilla de don, que me hace sentir que la vida real sólo existe cuando estoy sobrio.



    En octubre de 2011 la editorial InnovaLibros convocó el I Certamen Monográfico "Bajo el Don de la Ebriedad". Participé. Ni que decir tiene que no gané y que lo mejor del relato es el título, que hace referencia al libro de poemas de Claudio Rodríguez. A mi sin embargo me gusta y ya lo publiqué a través de Mundopalabras en agosto de 2012.
 

lunes, 31 de agosto de 2015

A LA TERCERA… ¿VA LA DESPEDIDA? (Crónica de un concierto de AC/DC) Parte 7 (Final)


(Escrito inicial: julio de 2009) (Parte 1 en el post con fecha 7 julio 2011)Ver la Parte 1
                                                        (Parte 2 en el post con fecha 3 agosto 2011) Ver la Parte 2
                                                        (Parte 3 en el post con fecha 22 julio 2012) Ver la Parte 3
                                                        (Parte 4 en el post con fecha 17 abril 2013) Ver la Parte 4                                                       
                                                        (Parte 5 en el post con fecha 2 marzo 2014) Ver la Parte 5
                                                        (Parte 6 en el post con fecha 5 octubre 2014) Ver la Parte 6
 
   El lunes 8 de junio nos pegamos un buen madrugón tras habernos acostado a las cuatro y pico de la mañana, pero es que el avión salía temprano. Jose Ángel volvía a Bilbao por la noche, así que tuvimos que dejarle solo durante todo el día en la ciudad condal.

   En el aeropuerto me llamaron la atención los libros de las tiendas en catalán, como por ejemplo “L’Ombra del Vent” o “El Noi del Pijama de Ratlles”.

   Volvimos con la sensación de que nos habían cobrado hasta por existir y de habernos dejado un dineral en tan sólo dos días. Será difícil que elijamos esta ciudad para ir de vacaciones y mucho menos para vivir, así que nunca seremos Albert, Carles, Lluis Miquel, Oscar, Eduard, Josep Ángel o Ricard.


   Ya en Madrid, comimos en un burguer cercano al aparcamiento del coche. Al salir nos pilló un chaparrón que complicó la ingestión de unos helados, así que nos metimos de golpe en el Corsita de Oscar, casi sin poder despedirnos de Edu, que corría a lo Benny Hill hacia la boca de metro.

   En la ruta hacia Toledo nos enterábamos de que Lourdes había tenido problemas durante el fin de semana con su embarazo y nos solidarizamos un poco con Oscar, ya que tenía tarea al llegar a casa mientras los demás reposaríamos inertes hasta el día siguiente.


   Aunque me invadía cierto pesar por el concierto vivido, durante el resto de la semana no paré de escuchar en el coche los discos “The Razor’s Edge” y “Live in Donington”, una y otra vez. Mi criterio final varió un poco, ya no estaba tan desilusionado y pensé que había sido una experiencia harto gratificante. Pero la escucha de estas obras maestras me reafirmó en la opinión de que ya es hora de cambiar un repertorio más que manido en estos años. Si no están para tocar temas rápidos, que no los destrocen. Abundan grandes canciones en su discografía que pueden ejecutar sin despeinarse como las geniales “Jailbreak”, “Stiff Upper Lip”, “Hail Caesar”, “Moneytalks” o “Who Made Who”. También deberían incluir en el setlist como irremplazable “Big Gun” o retomar la increíble “Thats the Way I Wanna Rock’n’Roll”.


   Todo el mundo tendrá sus hits esenciales de esta mítica banda, pero creo que estarán de acuerdo en que variar apenas diez temas en trece años, con un catálogo tan amplio y de calidad, es una “porca miseria”.

   Por cierto, parece ser que a nuestras chicas no les gustó el imán de la Sagrada Familia que les llevamos como souvenir. En fin, que no nos culpen a nosotros, la intención era buena. Si acaso hay un culpable, ese es Gaudí.

   Fin

   (Para Alberto, Carlos, Oscar, Eduardo, José Ángel, Ricardo, Xavi y compañía)

sábado, 4 de julio de 2015

VERSOS MENGUANTES IV

Ese simple gesto de decidir abrir una carta, cambió mi devenir,
ese simple gesto de decidir abrir una carta,
ese simple gesto de decidir,
ese simple gesto.

Dices que soy todo lo que buscas, pero me relegas a la categoría de amigo,
dices que soy todo lo que buscas,
dices que soy todo,
dices.

Hay noches como la de ayer que figurarán al lado del término nostalgia,
hay noches como la de ayer que figurarán,
hay noches como la de ayer,
hay noches.

Ahora que te tengo delante todos los días es cuando más lejos estás,
ahora que te tengo delante todos los días,
ahora que te tengo delante,
ahora que te tengo.

Para Oscar “Tomasa”


domingo, 14 de junio de 2015

SI EL SENADOR VOLSTEAD LEVANTARA LA CABEZA. IRONÍAS DE LA LEY SECA:

   Estaba decaído, mohíno y apesadumbrado. Cosas del curro, la falta de motivaciones y demás. Entonces llegó a casa mi amiga Marta con una sorpresa que no me dejó indiferente.
   Sacó del coche una caja de cartón que parecía rescatada de un tiroteo propio del Chicago de los años 30. Se observaban impactos de bala en el exterior.
   Cuando la abrí, encontré dos objetos muy dispares. Por una lado, una cerveza artesanal y, por otro, un osito Teddy de peluche. Sí, habéis leído bien, un osito de esos “de toda la vida”. ¿Y por qué mi mejor amiga me regala algo así conociéndome como me conoce?. Pensé que era un presente compartido: la birra para mí y el juguete para mi novia. Entonces me animó a leer el folleto informativo que estaba en el interior de la caja.

 
   Contaba la historia del senador Volstead, responsable de la ley que prohibía en los años 20 la elaboración, transporte y venta de “cualquier bebida embriagante”. Concretamente, el 17 de enero de 1920, el senador Andrew Volstead dijo: “Esta noche, un minuto después de las 12, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales”. Dicha normativa ha llegado a nosotros como la famosa “Ley Seca” de los Estados Unidos. Por suerte para los aficionados a la cerveza, hoy podemos mencionar este acontecimiento como una mera curiosidad o acto anecdótico.
   Así que, inspeccionando los orificios del peluche, como si estuviera en una aduana investigando una denuncia de tráfico de drogas, descubro una segunda botella alojada en su interior. Este era uno de los métodos usados para el contrabando de alcohol. Hay que reconocer que la presentación es muy curiosa.


   Desde Galicia, sus creadores Curro Martínez y Luis Pereira, a través de Idea Hotel y Saramagal (Bieron Agudelo S.L.), nos invitan a su página web, en la que nos reciben unos ositos que pueden hacerte dudar sobre dónde te has metido. Pero como dicen ellos “nada es lo que parece”. Tienes que minimizar el tamaño de la pantalla y ¡sorpresa!, no te has equivocado y estás de verdad en una web cervecera.


SENADOR VOLSTEAD ALE, Etiqueta Blanca

   Rubia turbia con poso apenas perceptible, espuma blanca muy poco consistente y con burbuja pequeña. Olor floral y cítrico acentuado muy agradable. Con los primeros tragos se echa en falta bastante más cuerpo. Conforme se calienta, se intensifica un poco destacando el sabor a cítrico. Tiene un amargor medio y es demasiado carbonatada. Lleva semillas de cilantro y piel de naranja. En la etiqueta se indica que es de alta fermentación tipo Ale rubia, estilo belga, pero también que es una weissebier, algo que induce a error y eso que realmente es una mezcla de maltas de cebada y trigo, ale belga y cerveza blanca.


Nombre: Senador Volstead Ale
Procedencia: Agudelo - Barro (España)
Tipo de Cerveza: Ale estilo belga y cerveza blanca.
Graduación: 5 %
Volumen del envase: 33 cl.
Maltas: Pale y de trigo
Se recomienda servir: entre 4 – 7º C.


SENADOR VOLSTEAD Etiqueta Negra

   Oscura, de color rojizo, con espuma muy, muy escasa y con burbuja finísima. Olor con toque torrefacto fuerte que se confirma al degustarla. Está elaborada con un 100% de malta de cebada de diferentes grados de tostación. Tiene recuerdos claros de las stout irlandesas y sabor a cereal. Cuerpo regular. El sabor cansa un poco y es que reconozco que no soy muy seguidor de las cervezas que me traen a la memoria las tipo stout.


Nombre: Senador Volstead Etiqueta Negra
Procedencia: Agudelo - Barro (España)
Tipo de Cerveza: Ale
Graduación: 6 %
Volumen del envase: 33 cl.
Se recomienda servir: entre 4 – 7º C.

   Es indudable que la idea es muy original y la presentación y puesta en el mercado es excelente. Eso sí, la etiqueta es simplísima. Quizá hayan querido respetar la estética de las birras originales de la época, a costa de perder reclamo visual en la actualidad.

 

   Pero falla un poco en lo más importante: el producto final. Que no se me malinterprete, calidad hay, pero en un mercado actual saturadísimo de cervezas tan similares, es complicado destacar por encima de tantas maravillas que puede echarse uno a la boca. También es cierto que la estupenda imagen crea expectativas muy, muy altas, que no se ven del todo cumplidas cuando uno degusta el contenido. 

   Para Marta.

   Artículo publicado en el blog Biero el 27-5-2015 bajo el seudónimo de Koldo Mikel.

sábado, 23 de mayo de 2015

MISIVA AMATORIA A TOLEDO

   
   Querida Toledo:

   Doy forma a estas líneas y uso tratamiento en femenino, pues de tener sexo, fuiste concebida mujer. Mujer por tu belleza, por tu inusitado halo de misterio, por la magia que irradias, que enamora incluso al que disfruta de ti por primera vez.
   Permite que tome la confianza de tutearte, pues son ya treinta años paseando por tus calles, llevando mi vida por tus cauces y transformando mi existencia en una labor más, dentro de la comunidad de hormigas que pueblan tus calles.
   No te siento como madre, pues no fuiste lo primero que mis ojos vislumbraron, pero sí te considero maestra, compañera y hoy... amante.
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   Cívitas antaño asediada, receptora de maltrato, expolio y acoso. Tuviste tantos enemigos y centinelas como razas, culturas o religiones. Hubo quien te enseñó con dolor, no respetando tu físico. ¡Condene Dios a todos los desleales a sufrir en el ostracismo!. Otros te amaron sin lugar a dudas, sin petición de reciprocidad, incluso dando su vida por ti y tallando como recuerdo una peña.
   Hoy gozas de libertad, pero vigilada y compartida con miles de almas. Si todos te amaran como yo, nunca volverías a sentir miedo, a ser quemada, a sangrar por tus muros y rocas, a teñir de desconsuelo el río Tajo, a ser mutilada... Solo pensar en tus encantos, generosos y diversos, hacen que tiemble por miedo a una pérdida. Los siglos te sientan bien, así lo demuestran puentes, iglesias, sinagogas, puertas de acceso, mezquitas y un sinfín de atractivos que atesoras.
   Tus murallas, sostén de tu belleza interna, durante siglos inexpugnables, protectoras de tu hermoso interior, nos abrazan acogedoras. Las callejas del casco antiguo forman un laberinto de venas y arterias por las que fluimos sus habitantes, transportando vida, sensaciones, sabedoras de un amor que compartes con nosotros y que hace aflorar el anhelo al estar lejos, en el exterior de tu blindaje.
   Mis pies han estado más tiempo posados sobre ti que en ningún otro rincón. Mis suelas se prolongan hasta fundirse con el desigual adoquín que conforma tu epidermis. 
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   Ocupas todos los recovecos de mi corazón y, por ello, me engañan los sentidos y me hacen creer que alguna vez fui rey. Sí, de un reino que te tiene por capital, y oigo cómo nos gritan “¡larga vida!”, algo que no sé si cumpliré. Tu ya lo has hecho: siglos forjan tus raíces y el presente constata tu inmortalidad. Y gobernante, como sueño ser, te conquisto honrando tus pieles, tus sabores y rincones, nunca por la fuerza de las armas.
   Sé que si blandiera mi espada contra ti, quebraría y jamás podría volver a forjarse, como en leyendas y cuentos donde nos confunden. Yo te administraría con justicia, saciando tus deseos, empezando por abolir el ejercicio del derecho de pernada.
   Creo, de todos modos, que aunque te amaría como nadie, al terminar mi reinado por egoísmo o por sufrir destierro, ningún caballero gritaría “¡yo soy Espartaco!”, pues no puedo quererte solo para mí y evitar compartirte.
   Por eso, prefiero seguir demostrando mi amor como súbdito, más que como monarca y escribir cantares de gesta o ínfimas misivas para devolver, en acto correlativo, un poco de lo que me has otorgado durante tantos años de noviazgo.
   Gracias por amparar en tu regazo a un foráneo. 

   (Escrito inicial: 2007. Basado en el poema "Súbdito y Amante")
   Fotografías obra de Gabriel Moreno Gardeñas © 

jueves, 30 de abril de 2015

VERSOS MENGUANTES III

Odiosa nostalgia que entristece, añadiendo años, salvo si tu apareces,
odiosa nostalgia que entristece, añadiendo años,
odiosa nostalgia que entristece,
odiosa nostalgia.

¡Dime que me quieres sin pausa!, mientes bien,
¡dime que me quieres sin pausa!,
¡dime que me quieres!,
¡dime!.

Te odio por no entregarte con deseo indecente,
te odio por no entregarte con deseo,
te odio por no entregarte,
te odio.

La vida provoca arcadas siempre que coincidimos,
la vida provoca arcadas siempre,
la vida provoca arcadas,
la vida provoca.


viernes, 20 de marzo de 2015

SÚBDITO Y AMANTE

Enemigos y centinelas dejaron poso,
tantas razas, culturas y religiones,
Cívitas antaño asediada,
frente al maltrato, expolio, acoso,
aún mantienes tu belleza inusitada.

El casco antiguo
es laberinto de venas y arterias,
por donde fluimos sus moradores
cual comunidad de hormigas,
compartiendo labores.

Fotografía obra de Gabriel Moreno Gardeñas © 


El desigual adoquín
que conforma tu epidermis,
es de mis suelas prolongación,
pues mis pies, en otra piel,
nunca buscaron población.

Soy parte de tu imperio,
transito por las calles
impregnado,
por ese halo de misterio,
llevo mi vida por tus cauces
entre el presente y el pasado.

Soy tu súbdito y amante sin par
de tu historia coetáneo,
gracias por amparar
en el regazo a un foráneo.


Para Toledo


   (Escrito inicial: 2007. Basado en el texto "Misiva Amatoria a Toledo")

lunes, 16 de febrero de 2015

REC & PLAY: 3, 2, 1… ¡SILENCIO!, SE GRABA:

   El día 24 de enero viví una de esas situaciones poco usuales que, por lo enriquecedora y placentera, quisiera compartir en este relato.

   
La mañana se desperezaba con una calificación escolar de “muy deficiente”. Me explico: a cero grados. Los sábados aprovecho para alargar el sueño hasta darme un buen homenaje como recompensa por la dura semana superada y por haber trasnochado el viernes con el avituallamiento cervecero de rigor. Pero este día había que liberarse de la atadura de las sábanas para acudir al Estudio Magnético, donde grabaría con mi banda un par de canciones que llevamos tiempo deseando dejar registradas para el porvenir (o para quién se atreva a oírlas). ¿Por qué solo dos temas?. Pues para sacudirnos las telarañas, hacer algo más profesional que ensayar en el local y para evaluar la experiencia. Si la mezcla y producción final nos deja satisfechos, continuaremos esculpiendo en digital el resto del repertorio. 
   
   Preparé una mochila a prueba de imprevistos: una botella de agua, barritas energéticas para el “hamaiketako” o almuerzo, un recambio de cuerdas para la guitarra, afinador y algunas cosas frikis para la posteridad. Quise elegir a conciencia las púas que iba a usar en la grabación, para otorgarlas un valor especial y así, dentro de unos años, que posean una parte del recuerdo de este día. Las escogidas fueron: la púa blanca que compré en el Hard Rock Casino de Las Vegas y otra negra a estrenar, que aparecía como regalo en el dvd “Let There Be Rock” de AC/DC, reeditado hace pocos años. Para mayor frikismo, mi intención es no volver a usarlas más y aumentar su valía en mi biografía personal.

   También seleccioné con esmero la música a escuchar en el coche mientras me desplazaba al lugar acordado. La banda sonora del fin de semana debía estar a la altura. Por ello, un compendio entre Whitesnake “1987”, Mötley Crüe “Dr. Feelgood” y Mr. Big “Bump Ahead”, sirvieron como atrezzo a la aventura. Al llegar al polígono industrial toledano, comprobé que los rockeros no tenemos fama de madrugar, más bien somos trasnochadores. Un sábado a las 10:00 horas apenas se veían coches aparcados a la entrada de la calle Jarama. Por cierto, el corrector de office me dice que en vez de “rockeros”, hay que subsanar poniendo “rocieros”. Curioso. Haré caso omiso a tal recomendación.
 

   Tras estudiar diferentes opciones, incluso la de marcharnos a Madrid, elegimos Estudio Magnético por diversas razones. En primer lugar, porque varios componentes del grupo conocían a sus estandartes, Jesús Pavón y Alberto Majano; venían avalados por sobradas referencias y habían ofrecido un servicio calidad-precio muy razonable. En segundo lugar, porque las instalaciones están prácticamente en el mismo pasillo que el local de ensayo donde nos dejamos las fibras auditivas todos los fines de semana. Por último, la fábrica de cerveza artesanal Domus está al cruzar la calle y eso siempre es importante por si nos aísla una nevada, se produce una invasión zombie o nuestras novias nos dicen que ya no volvamos a cenar a casa.  
   

   Mientras entrábamos en calor, arremolinados bajo el climatizador, comenzamos la mudanza a las zonas habilitadas para la grabación. Como es lógico, la batería sería el instrumento más complejo de trasladar y sonorizar. Se llevó el primer puesto, con once o doce micrófonos para ella sola. En un pequeño habitáculo se situaría el ampli para el bajo, aunque podría ejecutarse desde la sala principal donde estaba la batería. Las guitarras quedaban relegadas a otro cuarto desde el que podíamos ver a nuestros compañeros, pero que adolecía de bomba de calor, lo que hizo que en algunos momentos nuestras manos gritaran de frío al tocar las canciones. 

  Hizo falta toda la mañana para sonorizar y microfonear los instrumentos, dejar a punto los equipos, buscar el sonido adecuado y demás prácticas tediosas pero imprescindibles, así que cuando todo estaba en orden, nos asaltó la hora de comer.

   La tarde se pasó volada casi sin percatarnos. Creamos varias pistas de cada composición, grabando al unísono, pero separados por las cabinas. Por suerte, desde mi posición, podía ver al resto de miembros y así era más fácil la ejecución al tener referencias parecidas a las del local de ensayo. A través de los auriculares podía pedir lo que necesitara escuchar: batería, bajo, guitarras a mayor o menor volumen, un poco de claqueta, etc. Jesús y Alberto te atienden cordialmente, se toman su tiempo para colocar todo, buscan la sonoridad apropiada y te hacen sentir muy cómodo, hasta tal punto que yo ni me acordaba de que estaban allí y pude plasmar las canciones como si no fuéramos observados por nadie. Es inevitable que surjan fallos y no todas las tomas quedaron perfectas, por lo que se registraron varias pistas de cada instrumento para poder seleccionar las mejores interpretaciones (¡o las menos malas!).
   

   La mañana del domingo se dispuso para regrabar las guitarras con diferente configuración en los amplificadores, y para tomas con arreglos y detalles. El primer tema, “Who Knows”, lo disfruté como un Eddie Van Halen en su salsa, sonriendo, a sabiendas de que este experimento único llegaba a su fin. El segundo, (“Físicas Ridículas”) sin embargo, lo ejecuté con inseguridad y con las manos muy agarrotadas. A pesar de que hacía mejor climatología en la calle, tenía mucho más frío que el día anterior, ya que la insonorización de la sala de las guitarras impedía también el paso del aire caliente del climatizador del cuarto principal. Si, lo sé, no parezco de Burgos.   

   No ahorramos munición en el carrete de las fotos a pesar de tallar los dos días en nuestra memoria y regresé a casa con una sonrisa en la cara y las púas desgastadas (es lo que tiene comprar souvenirs). Ahora solo queda esperar los primeros resultados de la mezcla y edición, que ya espero con ansia.

   En esta historia falta hablar del estilo que practicamos, de los miembros del grupo, o del nombre, pero es que discutimos tanto y tenemos gustos tan dispares que aún no nos hemos puesto de acuerdo en estos términos. A este paso promocionaremos las canciones por internet bajo la denominación de “Anónimo”, como “El Lazarillo de Tormes”. Ahora que lo pienso… Anónimo es un nombre curioso para una banda. ¿Ya existe?.  
   

   No puedo ni quiero olvidarme de la gran ausente en esta vivencia: nuestra vocalista Vicky. Por desgracia tuvimos que posponer la grabación de las voces y coros, ya que su madre ha fallecido tras una dura enfermedad. Quiero dedicarle a ella, a Rober y Elisa este pequeño artículo, con mucho afecto, para que puedan recuperarse de este penoso trance. Un abrazo muy fuerte.

   Fotografías obra de Gabriel Moreno ©

   Para Vicky