"Cómo cambian los tiempos... Si es que me
siento más identificado con cosas que aparecen en la serie “Cuéntame” que con
los jóvenes de ahora. Que si consolas, hip-hop, ocio consumista de centro
comercial, moda, bufff. Si es que hasta a los que les gusta el heavy no tienen
ni idea de quien son Purple o Hendrix, incluso hay chavales que creen que los
clásicos son Helloween...
Y todo esto me hace recordar la marcha
toledana de finales de los 80 y principios de los 90. La oferta de ocio era
salir de bares, porque eso si, existían.
Cada cierto tiempo había una calle que se ponía de moda y allí se podía encontrar a todo el mundo. La que más duró y fue un auténtico clásico de la noche toledana fue la calle dela Viña. Su nombre real no
lo recuerdo, pero es la que sale de las llamadas “cuatro calles” y baja hacia
el reloj de la catedral. Allí solo estaba el bar “la Viña ” y, un poco más arriba, “la Chapinería ”, además de
una tienda de música en la que te vendían cassettes piratas ya a principios de
los 90. La calle se ponía a reventar, todo lleno de peña con su mini, punto de
encuentro que daba ambiente al casco. Fueron tiempos en los que no podían beber
menores de 16 años y “la Viña ”
tenía el record de cierres por vender alcohol, así que poco a poco el lugar se
fue despejando hasta que se pudo pasar de un lado a otro en menos de cinco
minutos.
Cada cierto tiempo había una calle que se ponía de moda y allí se podía encontrar a todo el mundo. La que más duró y fue un auténtico clásico de la noche toledana fue la calle de
Hoy, es una de las muchas calles del
casco vacías, baldías, fantasmas, por las que no pasa ni un alma. Hubo muchos
otros lugares míticos, como “el Gato”, donde se reunían muchos rockeros, “el
Torreón”, cuando lo llevaba Antonio, “el Carpa”, con una terraza en una pequeña
plaza que se llenaba para ver los partidos de fútbol, la zona del “Corralito”,
etc., etc. Todo bares de los de cañas, minis de calimocho y cerveza, de los de
charlar, de los de música aceptable y de los de barra y baño liliputiense.
Hoy, esto es historia, todo se ha ido
cerrando y la gente ha dejado de subir al casco histórico. Poco a poco los pubs
y discotecas han ganado terreno a los bares, no solo en verano sino ya todo el
año. Los hosteleros han ido a una apuesta segura. Ya no interesa tener un bar
repleto, pero de peña con poco dinero tomando botellines, ahora se busca gente
con cuartos, aunque solo haya tres en el garito, pero que consuman sus
buenas copas.
Ahora todo está lleno de pijos, porteros
garrulos, garitos de tres plantas, música infumable, niñas creídas y niños
chuletas y babosos, triunfa el “botellón de parque” frente al “de calle”, porque
no hay bares. Otra vez la extinción.
Vuelve la marcha al casco toledano, pero
menuda marcha, no la que muchos deseamos para esta ciudad.
Esto va por los tiempos pasados, por los
bares que desaparecieron. Salud."
Texto inédito escrito en 2006 para el fanzine "El Ajopringue", pero nunca publicado. Al releerlo ahora, veo cuánto exageraba. Aunque el ocio principal sigue siendo el de discotecas, por suerte hay muchos garitos que todavía merecen la pena.
http://jodejode.blogspot.com/