lunes, 26 de marzo de 2018

TOLEDO, No te reconozco

   "Cómo cambian los tiempos... Si es que me siento más identificado con cosas que aparecen en la serie “Cuéntame” que con los jóvenes de ahora. Que si consolas, hip-hop, ocio consumista de centro comercial, moda, bufff. Si es que hasta a los que les gusta el heavy no tienen ni idea de quien son Purple o Hendrix, incluso hay chavales que creen que los clásicos son Helloween...

   Y todo esto me hace recordar la marcha toledana de finales de los 80 y principios de los 90. La oferta de ocio era salir de bares, porque eso si, existían.

   Cada cierto tiempo había una calle que se ponía de moda y allí se podía encontrar a todo el mundo. La que más duró y fue un auténtico clásico de la noche toledana fue la calle de la Viña. Su nombre real no lo recuerdo, pero es la que sale de las llamadas “cuatro calles” y baja hacia el reloj de la catedral. Allí solo estaba el bar “la Viña” y, un poco más arriba, “la Chapinería”, además de una tienda de música en la que te vendían cassettes piratas ya a principios de los 90. La calle se ponía a reventar, todo lleno de peña con su mini, punto de encuentro que daba ambiente al casco. Fueron tiempos en los que no podían beber menores de 16 años y “la Viña” tenía el record de cierres por vender alcohol, así que poco a poco el lugar se fue despejando hasta que se pudo pasar de un lado a otro en menos de cinco minutos.


   Hoy, es una de las muchas calles del casco vacías, baldías, fantasmas, por las que no pasa ni un alma. Hubo muchos otros lugares míticos, como “el Gato”, donde se reunían muchos rockeros, “el Torreón”, cuando lo llevaba Antonio, “el Carpa”, con una terraza en una pequeña plaza que se llenaba para ver los partidos de fútbol, la zona del “Corralito”, etc., etc. Todo bares de los de cañas, minis de calimocho y cerveza, de los de charlar, de los de música aceptable y de los de barra y baño liliputiense.

   Hoy, esto es historia, todo se ha ido cerrando y la gente ha dejado de subir al casco histórico. Poco a poco los pubs y discotecas han ganado terreno a los bares, no solo en verano sino ya todo el año. Los hosteleros han ido a una apuesta segura. Ya no interesa tener un bar repleto, pero de peña con poco dinero tomando botellines, ahora se busca gente con cuartos, aunque solo haya tres en el garito, pero que consuman sus buenas copas.

   Ahora todo está lleno de pijos, porteros garrulos, garitos de tres plantas, música infumable, niñas creídas y niños chuletas y babosos, triunfa el “botellón de parque” frente al “de calle”, porque no hay bares. Otra vez la extinción.

   Vuelve la marcha al casco toledano, pero menuda marcha, no la que muchos deseamos para esta ciudad.

   Esto va por los tiempos pasados, por los bares que desaparecieron. Salud."




   Texto inédito escrito en 2006 para el fanzine "El Ajopringue", pero nunca publicado. Al releerlo ahora, veo cuánto exageraba. Aunque el ocio principal sigue siendo el de discotecas, por suerte hay muchos garitos que todavía merecen la pena.

http://jodejode.blogspot.com/