Dosifico apenado el disfrute de mis últimos minutos como treintañero. Mañana cambiaré de década y pasaré a formar parte de la casta de los parias o cuarentones. Que me disculpen los integrantes de la misma, pero es innegable que la palabra treintañero evoca juventud, vitalidad y belleza. Sin embargo "cuarentón", suena despectivo, viejo y negativo. Es probable que las tornas giren cuando esté viviendo los 49.
En esta década que dejo atrás me han pasado
muchísimas cosas, quizá no tan impactantes como las de los primeros 10 o 20
años, pero sí determinantes:
Me he ido a vivir con mi novia, compañera
fiel y paciente durante estos 2 lustros y algo más; he adquirido una casa
previa firma del contrato de esclavitud con el banco; he tenido trabajos
diversos, unos malos y otros peores, aunque por fin he podido currar cerca de
casa sin tener que hacer cientos de kilómetros a diario; he disfrutado de gran
cantidad de conciertos; he cumplido el sueño de viajar a Nueva York y Las
Vegas; mis hábitos de juerga nocturna han ido variando y se han hecho más
cómodos y pausados (mi hígado ha agradecido el cambio del vodka al ron); he
vuelto a formar parte de una banda de rock y a desempolvar mi guitarra, me he
comprado una Gibson Les Paul (otro sueño satisfecho); he sido pirata en Valencia
y Braveheart en Granada, etc., etc.
Pero lo más importante es que en estos diez
años me han acompañado los amigos de siempre. Algunos se han descolgado del
tren, pero con el tiempo he visto que sólo eran lastre y que sigo avanzando a
buen ritmo. Otros se han unido al viaje, aportando solidez, apoyo y alegría en
mi vida.
Pocos meses antes de que llegara esta fatídica fecha he sido padre, algo que añade canas y peso en mi ya maltrecha espalda, pero también una ilusión y vitalidad que creía olvidada.
Pocos meses antes de que llegara esta fatídica fecha he sido padre, algo que añade canas y peso en mi ya maltrecha espalda, pero también una ilusión y vitalidad que creía olvidada.
En estos breves instantes previos al final
de mis 39 noviembres, recuerdo las palabras de mi hermana hace uno o dos años,
en un día similar a este:
- Luismi, tienes pelo, una novia y amigos
estupendos y tocas en una banda de rock’n’roll, ¿qué más quieres?.
Estaba en lo cierto, la compañía y la música
son pilares básicos de mi existencia. Muchos coetáneos de mi quinta han sido
mellados por el paso del tiempo y yo no me puedo quejar en ese sentido. Me
enfrentaré a la melancolía que producen los versos de Gil de Biedma cuando
decía aquello de “que la vida iba en serio, uno empieza a comprender más tarde,
como todos los jóvenes yo vine, a llevarme la vida por delante” o también “ahora
que de casi todo hace ya veinte años”. Bendita ingenuidad la que te hace creer
invulnerable, rebelde y antisocial. Al final es la vida la que vence a base de
lecciones, pero siempre hay retos nuevos, experiencias por llegar y vivencias
que quieres engullir. Siempre he tenido buen apetito y espero que la edad no me
lo quite. ¡Salud!