viernes, 2 de agosto de 2019

ISIDOROCK


   Creo recordar que fue en 2004 o 2005 cuando conocí a Isidoro, alias Algarín, gracias al EMule y a la web tusseries.es (actual grupots.net). Resulta que era el único tío que guardaba en vhs la serie completa de El Gran Héroe Americano. Un incendio en los archivos de RTVE había acabado con la mayoría de las copias de aquellas míticas tres temporadas y ya se habían puesto en contacto con Algarín para que les facilitara el audio en castellano y así poder editar los esperados dvds. Desconozco si finalmente salieron a la luz, pero Isidoro se curró unos montajes buenísimos con la imagen de los dvds americanos y los audios que él poseía. De manera totalmente desinteresada, compartió en EMule todos los episodios y así fue cómo nos encontramos.
   Lo que al principio fue solo un gran conversador que se conectaba a internet hasta altas horas de la madrugada, se acabó convirtiendo en un buen amigo, ya que de la televisión ochentera pasamos a hablar de música y ahí sí, ahí supimos que éramos almas gemelas. Había empezado tocando la guitarra en grupos y dando conciertos por toda España, América o África, hasta crear un amplio negocio centrado en los instrumentos musicales y en concreto, en el piano, que era el que todavía seguía practicando.
   Conectamos rápido y durante años nos mantuvimos en contacto a través de los chats y el teléfono. En varias ocasiones quisimos conocernos en persona, pero la distancia entre Toledo y Sevilla, y su mala salud, hicieron que lo fuéramos posponiendo hasta que su desgraciada muerte impidió que esto sucediera.
   La vida de este gran hombre da para hacer una película ya que de la nada montó un imperio, pero tuvo la desgracia de confiar en quién no debía y terminó casi arruinado. Esto le llevó a estar postrado en una silla de ruedas, sufrir varios infartos o la pérdida de masa muscular que fue de lo que más le afectó, ya que le jubiló de tocar la guitarra y el piano.



   Su generosidad era tremenda. Por pequeños favores, regalaba guitarras. En mi caso, a los pocos meses de empezar a chatear, me obsequió con un grabador digital multipistas Fostex FD-4. No me dejó ni pagar los gastos de envío. Lástima que nunca lo pudiera usar, ya que el equipo original no contaba con disco duro interno y a pesar de que busqué en todo tipo de tiendas y a través de internet, nunca encontré nada compatible con lo que poder grabarle una canción y devolverle un poco de ese altruismo.
   Tras mucho tiempo sin saber de él, y hace ya unos cuantos años, llamé por teléfono y me contestó Lola, su pareja, confirmando lo que me temía. Ya no podría tocar la guitarra con Budy, ni tomarme una de esas Cruzcampo que tanto le gustaban y que yo tanto odiaba, ni dar una vuelta por la feria de su querida Sevilla, mientras me contaba todos los bolos que dio en las bases americanas en la España de los años 60.
   Llevo tiempo acordándome de la poesía que le dediqué días antes de una operación importante que le tenía muy preocupado. Fue alrededor de mayo de 2006. Como no podía registrar nada en el multipistas que me había enviado, le escribí algo sencillo, exento de florituras y metáforas, solo para corresponder a su amabilidad y darle ánimos. Me confesó que le emocionó, pero que seguía igual de acojonado ante la intervención médica.
   Recupero estos versos como homenaje a Isi, del que no me olvido y espero que, allá donde esté, haya recuperado su pasión por la música, se haya desprendido de su maltrecho cuerpo y pueda volver a rasgar las cuerdas de su Gibson SG, o golpear las teclas de su Kawai, pues su alma de rockero, se mantuvo siempre intacta:
  
  

ISIDOROCK


    Actualmente Isidoro,
Budy en días de gloria,
Algarín eres en el foro,
amigo siempre en la memoria.

Tus manos,
expresión de tu alma,
hoy quedan dormidas,
gritan su calma,
llaman la atención,
cambian cuerdas de níckel
por teclado de ordenador.

Viviste por, para y de la música,
aunque hoy solo oyes, no la escuchas,
tus dedos siempre inconformistas
no aceptaron el destierro
y regalaron hasta un multipistas.

La vida te escupió,
la muerte quiso abrazarte,
no viste luz, túnel, ni Dios,
y hasta a Hendrix rechazaste.

A la parca burlaste,
fuiste de copas con ella,
y a la vida amenazaste
para que otra oportunidad te diera.

 

Viviste tiempos de laurel,
días de vacas gordas,
besaste a quien creíste fiel
y resultó ser un Judas.

Y acabó tu siglo de oro,
y como Chuck Berry,
de la cima al lodo,
del Ave al Ferry.

 Y así conocí a alguien generoso,
desprendido, servicial,
diría que es un inconsciente,
por su forma de actuar.

Y por eso quiero siempre
de inconscientes rodearme,
pues consiguen con detalles,
de vida predecible ausentarme.

 Para Isidoro Rodríguez Algarín (2006)