miércoles, 26 de diciembre de 2018

TIENES UN MENSAJE NUEVO


-Hola, cómo t va?, vas a estar estos días x Madrid?

   Me apetecía ver a Lucía y era un buen momento para acercarme a recordar viejos tiempos con aquella amiga a la que no veía desde hace mucho. Me contestó a los treinta minutos o así:
-Hola!!!!, cuanto tempo. Estoy fuera de vacas, pero avisa si vienes x si coincidmos

   Vaya, qué pena. Deseaba con toda mi alma verla y disculparme por tantas cosas…
-Passaré x la capital cuando vaya a mi pueblo de Burgos, pero bueno, en otra ocasiónn.

   “Venga, díselo”, repiqueteaba el pensamiento en mi cabeza… “díle que la echas de menos, que la quisiste tanto… no te lo dejes dentro… te lo agradecerá”…
   Pero sólo me salió un:
-Tengo ganas de verte ;-)

   Ella reaccionó de manera similar:
-Yo también, pero ahora stoy muy liada y cuando vuelva no sé si tendré 1 hueco

   Mi coraza de armadillo empezó a ceder:
-Quiero decirte muchas cosas

   Se preocupó:
-Ha pasado algo?, va todo bien?

   Y tuve que explicarle:
-Si, trankila. Es algo sobre hace años, no m porté bien contigo

   Tardó en contestar, pero…:
-Bueno, ya está todo olvidado, da igual.

   Sentí el mensaje clavándose en mi pecho:
-No da igual, no lo he olvidado, ni te he olvidado nunca.

   Creí que se vengaría poniendo que ella sí se había evadido de mi, sin embargo…:
-Ahora todo ha cambiado, tu stás con otra persona y yo también. Tomamos nuestros caminos

   Era verdad, aquellas sendas nunca más se cruzarían y cada una avanzaba en sentido opuesto:
-Eso no kita k todavía me duela lo que t hice. Por eso quería verte y hablar

   Volvió a hacer una pausa eterna a pesar de que sólo fueron unos minutos:
-Déjalo, en serio, no necesito esto, ni tu tampoco, nos vamos a hacer daño.

   Entonces no pude más y contesté sin pensar ni un segundo lo que escribía:
-Perdóname Lucía, me equivoqué, no quise herirte, te amaba tanto…
-Joder, me haces mucha falta
-Sé que soy un egoista…
-Pero…

   Ahora fui yo quién hizo la pausa y ella se impacientó:
-Pero qué?

   Ya estaba lanzado y no iba a recular:
-Pues que te sigo queriendo
-Ahora, siempre, no he dejado d hacerlo




   Me arrepentí nada más pulsar “enviar”, pero la carta ya estaba descubierta. Así que esperé su respuesta:
-De verdad, no necesito esto, insisto, no me hagas más daño
-Voy a apagar el móvil, bromea con otra

   De nuevo cada sílaba se volvía contra mí. Lucía creía que no hablaba en serio y eso dolía. Pero al pedirme que no la lastimara demostraba que seguía sintiendo algo por mi:
-No, espera
-Todo lo que estoy diciendo es verdad
-Por eso quería verte
-Dame la oportunidad de explicarme

   Esta vez la pausa fue corta pero pensé que había apagado el teléfono de verdad:
-Ya es tarde

   Así que arremetí con todo lo que me había estado guardando durante tanto tiempo:
-K puedo decirte?
-Escúchame
-Kieres k te diga k no he encontrado a nadie como tu?
-K todas ls noches me acuesto y pienso en ti?
-K nunca me perdonaré el error k cometí?

   Entonces no hubo respuesta. El color azul demostraba que lo había leído pero ningún “escribiendo” se mostró debajo de su nombre.
   Preferí no insistir y dejar las cosas como estaban. Había vuelto a cagarla y me sentía como un enorme gilipollas. Mi intención fue simplemente verla y charlar un ratito con una cerveza, pero en vez de eso el corazón me había traicionada de la manera más inesperada.
   Me acosté y durante días estuve tan pendiente del teléfono como un adolescente al que le acaban de regalar su primer modelo de móvil.
   Nada.
   Pasaban las horas y nuestra conversación no tenía continuidad. De vez en cuando se mostraba “en línea” pero mi chat no era receptor de ninguna paloma mensajera. Me dí cuenta de que la tecnología puede ser terriblemente cruel. Tenía mensajes sin leer de unos doce contactos y sin embargo la sensación de soledad era plena y envolvente.
   Mi viaje a Burgos tuvo su ida y tuvo su vuelta y al pasar por Madrid vi su efigie reflejada en el smog generado por la contaminación. Los haces de humo evocaban su rostro y aquellos ojos contaminados me miraban provocando una búsqueda perdida, pero se difuminaban recordando que los sueños se evaporan y algunos errores no se pueden corregir. Ícaro no podrá volar lejos del sol y así me sentí yo, cayendo en un vuelo malogrado, en barrena, dejando mis aires de grandeza entre las llamas del astro soberano.
    Habían transcurrido diez días y mi WhatsApp había dejado de ser una prioridad en los minutos que regían mi vida. Sin embargo, cuando sonó el tono que tenía asignado a los mensajes entrantes, mi instinto me hizo interesarme por lo que había recibido.
   Ahí estaba: Lucía figuraba en la pole position de los contactos con notas pendientes de leer:
-Pueds venir el sabado?, tengo el día libre y podemos hablar.

   No había ningún “te quiero”, ni la palabra “amor”, ni nada que se le pareciese, pero creo que es el mensaje más bonito y esperanzador que he leído en mi vida.






Relato publicado en la Antología de Relatos "Sinergias" (julio 2018) tras ser seleccionado en el Primer Concurso de Relatos Cortos organizado por la Editorial Sinergias.