domingo, 20 de enero de 2013

LOS TRAPOS SUCIOS. La Autobiografía de MÖTLEY CRÜE.



Autores: Tommy Lee, Mick Mars, Vince Neil y Nikki Sixx (con Neil Strauss)
Editorial: Es Pop Ensayo Editores
Año: 2001
Valoración: 7’5/10
Temática: Músical


   Llevaba tiempo esquivando este ejemplar cada vez que escuchaba cómo me llamaba desde el estante de alguna librería. Evitaba su contacto porque sabía que tarde o temprano iba a caer en sus páginas y esperaba paciente a que bajara de precio, cosa que no ha ocurrido.
   Como seguidor de una de las bandas más macarras, desvergonzadas, gamberras, maleducadas y, por qué no decirlo, envidiadas, tenía enormes ansias de llevarme a los ojos las anécdotas más íntimas y desconocidas de este conjunto de rock’and’roll, contadas por los protagonistas: Tommy Lee (batería), Mick Mars (guitarra), Vince Neil (voz) y Nikki Sixx (bajo). Confiesan con pelos y señales sus experiencias en el mundo del rock duro, los abusos de todo tipo de sustancias, las locuras al borde de la muerte o las perversiones más sucias y alocadas. Consiguen que el manido lema de “sexo, drogas y rock’n’roll” quede muy puritano comparado con lo que estos tipos han vivido. 
   Pensé que el libro tendría en su mayoría contenido musical, pero no, pues son las drogas en primer lugar, y el sexo en segundo, quienes acaparan protagonismo.
   También comparten testimonio productores, managers y otros sufridores que trabajaron para que la carrera del grupo fuera grande, aguantando hasta la extenuación sus paranoias, barrabasadas, excesos y sacándoles de la cárcel o minimizando escándalos. Incluso John Corabi, quien fuera vocalista del conjunto durante una época, presta sus palabras para dar la visión de lo que fue su paso por la banda.
   Quizá la parte más sorprendente del texto no es la descripción de la espondilitis anquilosante que algún día acabará con Mick, ni la enorme adicción de Vince al alcohol o de Nikki a todo tipo de drogas; tampoco la muerte en accidente de tráfico de Razzle, del grupo Hanoi Rocks, tras varios días de juerga con los Motley. Lo más duro es cómo Vince relata el agónico cáncer que quitó la vida de su pequeña Skylar. Algunas frases de la niña son impactantes: “Papi, nunca voy a volver a casa, ¿verdad?. No quiero morir.” Este capítulo contrasta con el cotilleo y los fragmentos rosas de los amoríos de Tommy con Pamela Anderson y Heather Locklear, o de Nikki con la vigilante de la playa Donna D’errico.
   Creo que resume muy bien el contenido del libro la dedicatoria del principio: “a nuestras esposas e hijos, con la esperanza de que puedan perdonarnos lo que hemos hecho”.
   Tras leer que Ozzy Osbourne se esnifó una hilera de hormigas, o cómo competían con él bebiendo su propia orina, y otras historias inauditas (que deben ser ciertas, porque no se le ocurrirían a nadie cuerdo que no las hubiera vivido, por mucha imaginación que tenga) tienes la impresión de que estos capullos poseen un Dios para cada uno de ellos. No es posible que después de tantas ruletas rusas en una vida, continúen a salvo, con familia y amigos a su alrededor, y con la cartera bien repleta. Es entonces cuando llegas a pensar que todas las experiencias les han servido para madurar, crecer y hacerse responsables. Es posible que hayan dejado los excesos, la autodestrucción, los derroches, y el jugarse la vida a diario. Frases como esta de Tommy “me hice tres promesas a mi mismo, la primera era no volver a casarme jamás con una persona a la que sólo conociera de cuatro días”, demuestran el enorme grado de sensatez alcanzado por los miembros del grupo, jejeje.
   Está claro que no, que estos imbéciles siguen cometiendo los mismos errores a pesar de los años transcurridos. Para muestra, lo que suelta Vince casi al término del tomo: “Supongo que un final feliz sería decir que aprendimos la lección y que todo está mal. Pero a la mierda. Me gusta beber de vez en cuando, y me gusta meterme en líos. He pasado por demandas judiciales, divorcios, adicciones, intentos de suicidio y más muerte de la que quiero recordar. Ya es hora de volver a divertirse”. No hay más que seguir un poco su trayectoria desde el 2001 que se publicó el libro hasta hoy, para darnos cuenta de que no sólo no cambiarán, sino que van a peor.