La oscuridad del edificio
siempre era densa, espesa, aun radiando el sol en el exterior. Las persianas
eran velaje de carabela agujereado por un temporal que dejaban pasar
tímidamente filas de luz, indicando que, fuera, en el mundo real, aun existía
vida. Contemplaba el aburrido avance de estos rayos solares desde la alborada
hasta el ocaso, iluminando cada hora los recodos de la humilde estancia. Los
días nublados carecían de este divertimento.
He visto así años de mi vida
desfilar, sin saber qué día es, incluso perdiendo conciencia de mi existencia.
Apostado en esta silla carcelaria, atrapado en este saco de huesos inservible
que no solo no obedece a mi cerebro, sino que además, su respuesta es ofrecer
dolor, malestar.
No puedo ni apartar la mosca que merodea por mi cara desde
hace minutos.
Hoy todo ha sido distinto. He
visto seres cercanos acompañándome a lo largo de un camino luminoso. Lástima
que el viaje solo haya durado un suspiro... es lo que tiene morir. Al menos ya
nunca más volveré a este lúgubre asilo. Supongo que tardarán en darse cuenta de
mi estado, pensarán que duermo.
Por fin, bendito sueño eterno,
cuantas fechas esperándolo.
Escrito originariamente en 2009, pero desechado en su momento, este año he querido recuperar este texto para participar en el I Concurso de Microrrelatos, Temática Libre, organizado por el portal Zona EReader. Mi historia aportada tampoco me parecía nada de otro mundo, pero me gustaba el sistema de votaciones instaurado por la web y siempre es interesante saber los dictámenes de los demás, buenos o malos, sobretodo los constructivos más que los destructivos, para aprender y corregir errores.
De 91 relatos presentados, el mío ha quedado en la posición 13 (clasificación), no es tan feo este número, con una nota media de 6,14 puntos.
Agradezco a los votantes la opinión dada, a todos, por molestarse en dedicarme unas palabras y darme unos minutos de su tiempo. En especial, a los que les ha gustado y me lo han transmitido con tanto cariño. Está claro que las críticas negativas ayudan a crecer, pero los halagos no amargan a nadie. Sinceramente, muchas gracias.