domingo, 29 de abril de 2018

AQUELLA LIBERTAD MUSICAL PERDIDA

   Vivimos en el mundo de lo políticamente correcto hasta unos extremos que dejan poco margen para la broma, la ironía, la sátira o el humor, incluso dentro de contexto. Entiendo que una figura pública con cierta responsabilidad, como puede ser un político, un empresario, un médico, personal profesional con cierto prestigio, etc., deban medir mucho sus palabras, comentarios y opiniones tanto en privado como a través de los medios de comunicación. Una frase salida de tono, un párrafo sacado de contexto o simplemente un doble sentido o expresión mal entendida, pueden acabar de un plumazo con la imagen de cualquiera. El ejemplo más claro es el de internet o el de la tecnología móvil. Gracias a su inmediatez y a su colosal repercusión, pueden hacer que un simple tuit dé la vuelta al planeta en pocos minutos y llame la atención de millones de usuarios.
   Por ello, hay que tener cuidado extremo en múltiples situaciones de la vida para ser políticamente supercorrectos y esto nos lleva a casos que sobrepasan con creces lo absurdo:
   Un profesor de historia debe explicar en clase la Reconquista o las Cruzadas con mucho tacto para que los alumnos musulmanes no se sientan ofendidos; Una bandera de España en tu balcón puede significar que quieres dar tu apoyo a la selección de fútbol, pero la mayoría de la gente pensará que eres un facha; Dependiendo del canal de televisión o programa de radio que sigas te encasillarán dentro de la derecha o izquierda políticas; El alimento conocido como brazo de gitano ahora se tiene que llamar “pastel relleno que se arrolla en forma de cilindro”, para no herir sensibilidades; Y cómo no, las feministas más radicales te defenestrarán a los abismos del machismo si no haces un uso correcto del lenguaje y no específicas que hay miembros y miembras, bolígrafos y bolígrafas, coches y cochas o domingos y domingas.
   Pero en el terreno artístico y más en el mundo musical, debería haber una tolerancia mayor para que cada cual pudiera expresarse como le viniera en gana, tolerancia que apenas existe.
  

   Todo esto me hace volver a pensar en los tiempos pasados y en canciones que se hicieron famosas con letras infames:
– Los Ronaldos: Si, sí. “Tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte hasta que digas sí”.
– Almodóvar & McNamara: Voy a ser mamá. “Sí, voy a ser mamá, voy a tener un bebé para jugar con él, para explotarlo bien. Lo vestiré de mujer, lo incrustaré en la pared. Le llamaré Lucifer, le enseñaré a criticar, le enseñaré a vivir de la prostitución, le enseñaré a matar, voy a ser mamá”.
– Un Pingüino en mi Ascensor: Atrapados en el ascensor. “Deja de llamar a la portera, contigo no hay manera, yo que puse toda mi ilusión en esta violación, atrapados en el ascensor”.
– Los Romeos: Muérdeme. “Quiero ser tu esclava para ti, sólo en tu regazo soy feliz. Si quieres mi cara golpear, puede que así me guste más. Muérdeme en el trasero, donde a mí me gusta más, siempre voy a ras del suelo, qué más da”.
– Académica Palanca: Me Llaman Mala Persona. “Esa mujer cruel no tenía listo todavía el papeo y la tuve que matar. Sólo porque la cosí a navajazos y los niños la miraban desangrarse y cómo me daban pena fui también y los maté, me llaman mala persona”.
– Pabellón Psiquiátrico: Inmaculada. “Ya sé que las mujeres no son perfectas, tienen un defectillo entre las piernas, unas lo tienen más o menos pequeño y otras lo tienen grande, como es mi sueño. Pero esta chiquita de la que hablo, más que tener un nido, tenía un establo. Le metí una mano, le metí una pierna, le metí la cabeza y hasta una llave inglesa, le metí las narices, y dentro me caí. Le metí el sombrero, le metí una oreja, le metí un saxofón y un helado de fresas, le metí el bocadillo, y dentro me quedé”.
– Siniestro Total: Las Tetas de Mi Novia. “Las tetas de mi novia tienen cáncer de mama, por eso no quiero tocarlas”.
– Séptimo Sello: Todos los Paletos Fuera de Madrid. “Subes en un autobús y huele a campo, ¿quién tiene la culpa? ¡los paletos!, ¿quién nos ensucia el museo del Prado? ¡los paletos!, ¿quién tiene la culpa de los atascos? ¡los paletos!. Que se vayan fuera, fuera, fuera”.
– Semen Up: Lo Estás Haciendo Muy Bien. “Mientras yo me concentro, chúpala más adentro, que ya llega el momento”.
  
 

   Me sigue sorprendiendo que hace dos o tres décadas cualquiera de los temas que he mencionado sonara a todas horas en los medios de comunicación (algunos llegando a puestos altos en las radio-fórmulas) y apenas nadie se inmutara. Era otra época, había menos información, nula concienciación o desconocimiento de algunos problemas, una sensación de euforia y libertad (comparada con cualquier tiempo pasado que fue peor), o vete tú a saber qué. El caso es que hoy sería un escándalo que se publicaran canciones con esos contenidos, por mucho que se les diera un toque irónico o humorístico.
   No todos se fueron de rositas. Hubo casos especialmente conocidos como el de Las Vulpess con “Me Gusta Ser Una Zorra”, cuyo escándalo hizo dimitir al entonces director general de RTVE José María Calviño, o el de Ilegales y su “Hail Hitler”, que critica a los hippies gritando el famoso saludo para incomodarles. Ni que decir tiene que no se entendió así y la opinión pública les tachó de nazis. Algo similar les ocurrió a Gabinete Caligari por presentarse en algún concierto con vestimenta de las SS.  Loquillo estuvo años sin cantar “La Mataré” por petición de algunas asociaciones feministas. En la canción, nos metemos en la piel de un maltratador y aparecen fragmentos impactantes como “…por favor, ¡sólo quiero matarla!, a punta de navaja, besándola una vez más”. Barricada con su “Oveja Negra” también sufrió le etiqueta en este caso de racistas, por textos como el siguiente: “Si se resiste rompedle la cabeza, estos cerdos tienen que aprender, quien es aquí el que manda. Si no se les trata así, esto cambia de manos, déjales que desesperen esperando el milagro”.
   Parece que nadie se para a pensar que la mayoría de estas canciones usan el recurso de meterse en el papel de un personaje (ya sea el malo de la película, el maltratador, el racista, etc.) y transmitir lo que piensa sin que el artista tenga que identificarse en absoluto con ese individuo. Las letras cuentan una ficción, una historia, que puede coincidir con nuestro criterio o no. Esto es algo más que asumido en el mundo literario, cinematográfico o teatral, pero en el musical hay un doble rasero para medir y juzgar. Es absurdo que pueda verse a las cuatro de la tarde en televisión una película que incluya violaciones, asesinatos y violencia diversa, pero que luego no pueda contarse esa misma crónica en una canción.
   Hoy, los grupos que practican estilos poco escuchados en los medios, o directamente censurados o anulados en los mismos (como puede ser el punk o el heavy), siguen diciendo lo que les da la gana en sus textos. Pero eso no importa porque casi no se les publicita y su repercusión es mínima.


   Lo curioso es, como he anticipado, preguntarse cómo ha cambiado tanto la sociedad para que antes los Hombres G pudieran cantar “Matar a Castro”, Siniestro Total “Ayatollah no me toques la pirola” o Los Ilegales: “Eres una puta, pero no lo bastante”, que fueran éxitos y que casi nadie se escandalizara. Reírse de asuntos tan delicados como el maltrato a la mujer es una falta de sensibilidad, pero creo que nos hemos ido al extremo opuesto (a excepción del reggaetón, claro). No hay suficiente libertad de expresión y se tolera el humor practicado sobre muy pocas materias, humor que se muestra necesario ahora más que nunca.

   Artículo publicado en el blog de Let's Market S.L. el 12 de mayo de 2017.