(Escrito inicial: julio de 2009) (Parte 1 en el post con fecha 7 julio 2011)
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(Parte 2 en el post con fecha 3 agosto 2011)
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(Parte 3 en el post con fecha 22 julio 2012)
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(Parte 4 en el post con fecha 17 abril 2013)
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Llegó el momento esperado, la meta del fin
de semana, las diez de la noche del domingo 7 de junio de 2009. Durante los
minutos que pasan de la hora anunciada hasta el comienzo de un concierto hay
un nerviosismo, unos surcos de vinilo raspados por una aguja en la boca del
estómago, una emoción contenida... En fin, son minutos que quieres que acaben
pero, a la vez, te gusta experimentarlos siempre, en muchos otros eventos.
De repente, las luces se apagan y la
pantalla gigante proyecta dibujos animados en los que aparece el recorrido de
un tren infernal circulando a gran velocidad con Angus y Brian como
protagonistas, rodeados de chicas exuberantes y con imágenes llenas de símbolos
fálicos y de lo que no son símbolos, sino contenido explícito. El video acaba
con un impacto ferroviario espectacular, creando la impresión de estamparse en
el centro de la pantalla, la cual se divide en dos, mientras un tren enorme
hace aparición en el escenario. Todo esto, unido a efectos luminosos, bocanadas
de fuego e imágenes de destrucción, dan una ambientación muy lograda para que
comience a sonar “Rock’n’Roll Train”. La primera canción siempre es la más
difícil de apreciar por los gritos y la emoción desbordada del público. Le
sigue “Hell Ain´t a Bad Place to Be”, un título y un riff de entrada que
siempre me gustaron pero que, a la larga, se me hace más que pesado. “Back in
Black” me hace pensar en aquella máquina demoledora destrozando el escenario de
la gira del “Ballbreaker”. Queda de lujo trece años después.
Le sigue
el segundo tema del nuevo disco, “Big Jack” cuya inclusión en el setlist me
parece acertada. Sigo disfrutando con clásicos como “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”
o “Shot Down in Flames”, que me hacen olvidar la edad de esta grandísima banda.
Con “Thunderstruck” tengo mi primera
decepción: me suena mal ejecutada, con fallos en la guitarra solista, lenta,
sin garra, algo que se nota mucho en uno de los temas más guapos de la
historia del rock duro y de los pocos que nunca me he cansado de escuchar. A mi
falta de ilusión momentánea no ayuda que la siguiente canción sea “Black Ice”,
una de las más insulsas de su último trabajo. Creo que queda totalmente
prescindible y dudo mucho que sea incluida en próximas giras.
La escena mejora con “The Jack” coreada por
todo el estadio y acompañada de imágenes en las pantallas de chicas guapas del
público. Es la ocasión aprovechada para el famoso striptease de Angus que en
su momento me hacía gracia, pero ahora me aburre un poco. Ya no acompaña
ninguna bandera en sus calzoncillos y se limita a mostrar el logo del grupo.
¿Qué hubiera generado menos suspicacias,la de España o la de Cataluña?.
Después, “Hells Bells” vuelve a levantar los
ánimos del respetable, aunque Brian Johnson ya no permanece tanto tiempo subido
a la campana como antes. “Shoot to Thrill” es otro cañonazo que me encanta,
aunque ya van cuatro del disco negro, demasiadas para perjuicio de otros grandes
trabajos olvidados por la banda.
Continúa la descarga con dos canciones más
del nuevo plástico: “War Machine” (con bombardeo de guitarras en las pantallas)
me suena más acelerada que en estudio (aunque es de las que me entraron a la
primera) y “Anything Goes”, la cual creo que es de las más originales que han
compuesto nunca: tiene una melodía impropia de AC/DC (por eso me llama la
atención) pero eso sí, en directo no me gustó demasiado.
No me olvido de “Dog Eat Dog”, que se
escuchó entre medias, pero es que nunca me ha dicho nada este tema, aunque sonó
correcto.
Turno para “You Shock me All Night Long” y
“TNT”, con las que disfruté de lo lindo sin saber que la siguiente me iba a
decepcionar enormemente: “Whole Lotta Rosie” fue ejecutada en un tempo inferior
a la original, muy ralentizada. De nada sirvió la nueva muñeca gigante hinchable
vibrando sobre la locomotora. Me quedé perplejo ante lo que para mí fue
destrozar uno de sus mejores hits. Si no pueden tocar algunas canciones por su
rapidez, o llegan cansados a esa fase del directo, soy partidario de
sustituirlas en vez de adaptarlas a los nuevos tiempos con resultados nefastos,
como en este caso. Me parece más correcta la postura de grupos como Deep Purple
que, ante la imposibilidad de Ian Gillan de cantar “Child in Time”, la eliminan
y no la destrozan.
Continuará...
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