Autor: M. J. Weeks
Editorial: Cúpula. Scyla
Editores
Año:
2010
Valoración:
5/10
Temática:
Humor / Histórica
Lucifer, Leviatán, Belcebú, Mefistófeles,
Belial, Astaroth... Siempre me han atraído las historias de libros malditos y
prohibidos, escritos por seres misteriosos, incluso por el mismísimo Diablo:
como el “De Umbrarum Regni Novel Portis”, el Libro de las Nueve Puertas del
Reino de las Sombras, de Aristide Torchia, mencionado en “El Club Dumas”
(Arturo Pérez Reverte).
Pues bien, “Los Diarios del Diablo” me
atrapó nada más verlo por su estética, ya que tiene un formato antiguo, desgastado
y ennegrecido, como rescatado del fuego purificador. Abundan los dibujos e
imágenes utilizados en los códices antiguos, además de variada simbología,
esoterismo y cábala.
El autor M. J. Weeks se hace pasar por
recopilador de los diarios de Satán, que durante la historia de la humanidad ha
ido redactando, centrándose en los momentos más interesantes desde la Creación.
Es evidente que todo se plasma desde un
punto de vista humorístico. La idea no está mal y tiene un comienzo prometedor
con frases como “Día 1, mes 1, año 0: El Sr. gran D ha decidido poner en marcha
la Creación. Ha empezado a primera hora y ha creado la luz. Yo he creado la
oscuridad, pero después he tenido que parar porque no se veía una mierda”. Por desgracia, más adelante se hace cansino y previsible, ya que el supuesto Diablo pierde frescura
al repetir la fórmula de hablar siempre de algún personaje como Vlad, Atila,
Torquemada, Al Capone o George W. Bush que, cual vasallos, siguen sus
indicaciones o le dan ideas para cometer maldades en el planeta. Al final, los
capítulos se hacen aburridos, repetitivos y las bromas pierden su gracia.
El libro destaca situaciones históricas que
el lector debe saber para entender los chistes, aunque la mayoría son
sobradamente conocidas, a pesar de que se centra en los Estados Unidos de América a
la hora de hablar de acontecimientos modernos.
Hubiera puesto una nota más baja de no ser
por la excelente presentación que ya he mencionado, con encuadernación cosida,
tapa dura, bordes dorados, y grabados y fotos muy adecuadas para situar la
atención de quien lee.
Como detalle original y gracioso me quedo,
sin duda alguna, con el contrato para vender el alma que aparece al principio
de la obra: en formato pergamino se reflejan en él las claúsulas de disfrute,
centradas en los pecados capitales, que gozará aquel que se atreva a ceder su
alma al Diablo “a perpetuidad o por toda la eternidad, lo que más dure”. A pie
de página se puede ver un espacio para la firma y un inquietante “gota de
sangre, aquí...”.
No encuentro el libro en ninguna libreria =(
ResponderEliminarYo lo encontré en la cuesta de Moyano, en Madrid, donde hay un montón de curiosidades de primera y segunda mano
Eliminar