miércoles, 3 de agosto de 2011

A LA TERCERA… ¿VA LA DESPEDIDA? (Crónica de un concierto de AC/DC) Parte 2

   (Escrito inicial: julio de 2009) (Parte 1 en el post con fecha 7 julio 2011)Ver la Parte 1

   Así pues, el sábado 6 de junio subíamos a un avión con destino a la capital catalana: Carlos, Alberto, Oscar, Eduardo, Ricardo y quien relata los hechos. Allí nos reuniríamos con José Ángel, que se desplazaba desde Bilbao.
   Hacía un día agradable y el hotel se encontraba bien situado, concretamente en la plaza Universidad. Nos deshicimos de lastre dejando las mochilas en las habitaciones y buscamos algún lugar cercano para avituallarnos. Eduardo nos llevó hasta un restaurante con menús del día económicos del que salimos muy satisfechos. Sus anteriores visitas a la ciudad nos sirvieron de mucho. La invitación a patatas bravas de la que fuimos objeto sería valorada más tarde, cuando comprobamos los precios y costumbres habituales. Por cierto, que allí se dice bravas a las patatas ali-oli de toda la vida. Nos lo explicó el camarero que se jugó el puesto, sin exagerar, tras invitarnos.

   Pasamos la tarde pateando las Ramblas hasta el puerto, vulneramos el amor propio de los leones de la estatua de Colón, cruzamos el puente hasta el “Maremagnum” y una foto inmortalizó el momento en lo alto de su estructura acristalada. Visitamos también el “Bosque de las Hadas”, un local fascinante, lleno de ambientes cinematográficos variados, aunque de día y con algunas salas cerradas pierde con respecto a la noche. Recorrimos también los rincones del barrio gótico, nos invadió la somnolencia viendo una sardana y gastamos botes monetarios comunes por doquier, más o menos cada diez minutos se agotaba uno (ahora tampoco exagero).

   En la plaza Real recordé que Xavi nos llevó, hace años, a lo que fue la sede oficial de la primera peña del Club Deportivo Español. Se accedía a través de un portal, como si se subiera a un domicilio y estaba construida al estilo de los antiguos “teleclubs” de algunos pueblos: toda de madera, hasta el suelo, con barra, billar, futbolín y llena de cuadros y trofeos futboleros. Desgraciadamente, y tras preguntar en algunos negocios hosteleros, nos confirmaron que había cerrado hace tiempo...
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   Más tarde nos encontramos con Oski, un colega nativo, que nos llevó por algún garito más escondido, no por ello más barato: aún nos están doliendo los once euros por jarra de sangría que nos clavaron en una taberna pirata regentada por un “long John Silver” en toda regla. Debería habernos dado comisión por animar el local, ya que jugar un quinito batiendo palmas, trasteando en guitarras imaginarias y entonando el “gitanito” hizo que fuéramos el centro de atención.

   En “Pueblo Nuevo” llegó Xavi, otro amigo catalán que acertó llevándonos a cenar a un sitio con unas fondues de queso presentadas en una hogaza grande de pan que hacía la función de recipiente y alimento. La butifarra y carne para mojar se acabó en un "pis-pas". Salimos muy tarde de allí, pasadas las doce, y la noche nos recibió con una buena tromba de agua que no nos dejó tiempo para decidir el siguiente paso. Así que en vez de explorar los bares rockeros baratos de la zona volvimos a las Ramblas para seguir dejándonos el salario. Desde el cielo llegó un paraguas, sin saber bien por qué, y lo usamos, aunque no daba para amparar de la lluvia a nueve personas.

   El “Tequila” estaba hasta los topes. Llegamos empapados, solo con la billetera seca, y así se quedó… como un desierto, tras pedir un cubata. Los precios oscilaban entre 7 y 9 euros por ron así que, ya puestos, tiramos la casa por la ventana y fuimos a por el Matusalén de 15 años, 10 eurazos y 5 miserias en el bolsillo. Al menos los videos musicales eran guapos, a petición del público eso sí. Evidentemente, se notaba qué fin de semana era por la cantidad de veces que AC/DC apareció por megafonía. En los huecos que dejaban los australianos se colaron también Van Halen con su “Jump”, Motley Crue con “Wildside” o Sepultura con “Roots Bloody Roots”.

   La vuelta al hotel por las Ramblas la hicimos sorteando decenas de inmigrantes que trataban de vender cerveza en lata y una cantidad de prostitutas como nunca había visto. Tal imagen de multitud racial, mezclada con pobreza, suciedad, degradación y excesos, hizo que viera con enorme rechazo uno de los lugares emblemáticos de Cataluña. Parecía que Sodoma y Gomorra se habían reencarnado en la península Ibérica.
   A las cuatro y pico nos acostamos entre un mar de sonidos de tráfico, sirenas, muchedumbre, etc. y es que tener el hotel tan céntrico también ocasiona desventajas.
   Continuará...
   Ver Parte 3

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