Hace
veinte años quedó
huérfano
de un hermano de ramas,
que
durante siglos le acompañó
hasta
convertirse hoy en pasto de llamas.
Desde
su atalaya en el Alto de Santiago,
poderoso
y legendario surgía,
de
las eras, incansable vigía,
descendiente
del manzano de Adán y Eva,
nunca
un solo roble dio tanta sombra
al
pueblo de Santibáñez de Esgueva.
Ahora
entiendo a Machado y su poema
aprendido
en bachillerato,
este
fue nuestro “olmo seco”
hendido
por tantos rayos.
Por
enemigos no tuvo el tráfico,
ni
la industria del papel,
tampoco
la contaminación,
ni
enamorados tatuando su piel,
debió
luchar sin aliento,
contra
el juez insobornable que es
el
paso del tiempo.
Como
decía el poeta: “algunas hojas verdes le han salido”,
puede
que todavía quede esperanza en este sitio,
quizá
nuestros nietos lo vean alto y renacido,
sus
raíces aún son cimientos que soportan el peso de este municipio.
Dedicado
al roble centenario de Santibáñez de Esgueva (Burgos). Era el
emblema de la localidad junto a otro roble que le acompañaba y que un rayo quemó a
finales de los 80. En 2011, ha quebrado, dejando de sobrevivir.
Poema publicado en el libro internacional "Ecopoesía 2012" tras ser seleccionado en el II Concurso Mundial de Ecopoesía 2012, convocado por la Unión Mundial de Poetas por la Vida Poetas Univa (dentro del IV Festival Mundial de Ecopoesía),
Fotografías obra de Kike L. Adeliño, José Ángel A. Izquierdo y Luismi Esteban ©
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