Desde que el CD conquistó el mercado, las portadas
de los trabajos discográficos lucen poco y, como no se venden, hay un gasto
mínimo en buenas imágenes, montajes u obras pictóricas de calidad. Todo se hace
por ordenador, con mil retoques absurdos, o con una abrumadora escasez de ideas
o de tiempo, lo cual denota la falta de interés en las carátulas. Antes, la
cubierta era la carta de presentación para el contenido musical y, en ocasiones,
esa primera toma de contacto visual era tan importante que muchos discos sólo
merecían la pena por la misma. Cuántas veces habremos pensado aquello de “lástima
de canciones, con lo que mola la tapa”. En el sector de los videojuegos el
engaño era máximo: miles de increíbles estampas ocultaban programas
paupérrimos.
Asia "Aqua" y "Arena" por Rodney Matthews, Iron Maiden "Powerslave" por Derek Riggs, y Manowar "The Triumph of Steel" por Ken Kelly.
Con la vorágine de cambios y crisis que
vivimos (y en el mundo de la música, con especial atención al Rock) no todos
los grupos ni compañías pueden permitirse destinar un equipo de profesionales
a un emplazamiento para realizar fotografías, ni mucho menos contratar a ilustradores
de la talla de Rodney Matthews (Asia, Magnum), Ken Kelly (Manowar, Kiss) o al
afamado Derek Riggs (Iron Maiden, Gamma Ray). En vez de soportar tamaño desembolso,
se opta por el otro extremo, en perjuicio de la calidad del producto final.
Véase sino un ejemplo en uno de los últimos plásticos de Running Wild, en los
que prescindiendo del genial Andreas Marschall el resultado es más que nefasto.
Running Wild “Black
Hand Inn” (1994) con una preciosa obra de Andreas Marschall y “Shadowmaker”
(2012) con cubierta de saldo.
Black Sabbath es una de las pocas bandas que
sigue haciendo las cosas bien y se han molestado en fabricar y quemar el número
que protagoniza su último álbum, llamado “13”. Creo que estos detalles el
público los agradece y más cuando el contenido musical es excelente. Desenlace
redondo en este caso.
Durante años, mi melomanía ha sido eclipsada
por el trabajo y se ha reducido a escuchar discos en el coche. Quedaron atrás
los días en que componía temas nuevos cada varios meses y mi tiempo libre
consentía que grabara hasta maquetas.
Todo este rollo viene a cuento porque este
año tengo previsto dejar finiquitadas 6 o 7 canciones que tengo terminadas
desde quinquenios y me gustaría que quedaran reflejadas en un CD para disfrute
y regocijo personal. Se englobarían dentro del proyecto Ave Fénix Resurrección, con
el que dí mis primeros pasos creativos y en el que ya solo me acompaña mi amigo
Jose Ángel. Como quiero que todo sea especial, he optado por crear una carátula
al estilo tradicional, buscando un paraje pintoresco y rodeándome de amigos que
me ayuden a plasmar algo que merezca la pena.
Así pues, esta pasada Semana Santa aproveché
la estación de tren abandonada de Bahabón de Esgueva (Burgos) para cristalizar
las ideas que tengo para el libreto interior. No revelaré
mucho más, ya que las sorpresas tienen eso de malo, que hay que esperar con
paciencia hasta que exterioricen su argumento. Daré solo unos pequeños pero
suculentos detalles: hay estilizadas piernas femeninas, raíles ferroviarios y una
Gibson Les Paul Standard. ¿Qué más se puede ambicionar?.
Aquí se puede ver, en cierto modo, un “cómo se hizo” (making of) de lo que será la futura “cover” del EP. Para alcanzar un resultado digno, tengo que agradecer la ayuda de Carla (fotógrafa), Ismael y Mari Mar (avituallamiento cervecero), Tom (apoyo logístico), Justo (quien aún no sabe que tendrá que dedicar horas de Photoshop para auxiliarme) y a las modelos improvisadas sin las que no sería posible la portada: gracias a unas de las chicas más hermosas que conozco, mi novia Susana y mi “cuñada de hecho” Piluca, que otorgarán un atractivo al compact que no podrá superar la música interior.
Aquí se puede ver, en cierto modo, un “cómo se hizo” (making of) de lo que será la futura “cover” del EP. Para alcanzar un resultado digno, tengo que agradecer la ayuda de Carla (fotógrafa), Ismael y Mari Mar (avituallamiento cervecero), Tom (apoyo logístico), Justo (quien aún no sabe que tendrá que dedicar horas de Photoshop para auxiliarme) y a las modelos improvisadas sin las que no sería posible la portada: gracias a unas de las chicas más hermosas que conozco, mi novia Susana y mi “cuñada de hecho” Piluca, que otorgarán un atractivo al compact que no podrá superar la música interior.
Sí. Así yo también explotaré el recurso que
comentaba al principio del artículo: bellas efigies de carta de presentación
para ocultar un producto exiguo de calidad.
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