Al acto estaba convidado Joaquín Sabina, que declinó su participación, puesto que imperaba la prohibición de fumar en el recinto. Tampoco compareció Espido Freire, supongo que abrumada por tal sublime acontecimiento, jejeje.
Gabriela Palermo tuvo la cortesía de presentar a los asistentes: en primer lugar, a Justo Monroy, que habló del tratamiento de las fotos incluidas en el libro y valoró la obra en su conjunto.
En segundo lugar, un servidor desgranó lo más emotivo y reseñable del manuscrito, leyendo fragmentos de algunas de las poesías más adecuadas para la ocasión.
Entre los asistentes se encontraban también la mayoría de prologuistas.
Tras terminar la función, se regalaron ejemplares firmados y hubo picoteo versátil regado con licor digno de tal evento.
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